Eri ahora vive una vida feliz, cada mañana visita a su padre en los dormitorios de la clase 1-A, sin embargo una duda salvaje apareció en su cabeza, ella e Izuku son una familia de padre e hija, las familias están compuestas de un Papá, una Mamá y l...
Un nuevo día a llegado a U.A y como es de esperarse, las cosas no son nada normales entre los alumnos de la clase 1-A.
Ahora mismo nos encontramos en la clase impartida por Shiho Aizawa, sin embargo, la mujer solo entró al salón de clases, le dio unas hojas a Iida Tenya sin ningún tipo de explicación de por medio y después se metió en su viejo saco de dormir, mientras se acomodaba en una esquina donde nadie pudiera molestarla.
- Sensei -Llamó Iida, pero la mujer simplemente lo ignoró, lo cual era bastante preocupante.
Por su parte, las chicas de la clase solo soltaban un suspiro de pesar, la situación solo estaba volviéndose mas y mas tensa, por lo que Momo, siendo la segunda al mando, decidió apoyar a Iida.
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- Es... un tema delicado, solo repartamos las hojas y realicemos las actividades designadas para el día de hoy -Sugirió la joven Yaoyorozu, dando a entender que sabía que estaba pasando.
- Yaoyorozu-san ¿Tú sabes que es lo que está ocurriendo? -Preguntó el joven Tenya, mientras la pelinegra desviaba la mirada con algo de pesar.
- Iida-kun -Habló Uraraka llamando la atención del presidente de la clase y no solo la de él, si no la del resto de los chicos, mientras Uravity negaba en silencio, al parecer ella también lo sabía.
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- Correcto -Fue lo único que pudo decir el muchacho, mientras que la mujer de cabellera oscura se encontraba recostada en el suelo dándoles la espalda a sus alumnos, su expresión era bastante seria, sin embargo, había algo dentro de ella que le molestaba y mucho.
Los chicos dentro de la clase se miraban bastante confundidos, fue entonces que uno de ellos dirigió su atención a una de sus compañeras que se sentaba a su lado.
- Oye Kyoka -Habló Kaminari mientras que la chica presentaba una expresión aburrida, casi como si no quisiera estar presente.
La joven Jirou apoyaba su codo derecho sobre la mesa de su escritorio y recargaba su barbilla sobre su mano, mientras sus ojos estaban cerrados.
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