Niños

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–Por favor–, finalmente había llegado el día, –está bien, no veo problema con que vengan si él los quiere ver–, concluyó Jiang Cheng.

Era cierto, los niños deberían estar preocupados todo este tiempo por su maestro, los habían alejados porque quizás la vista para ellos fuera demasiado, pero ahora su hermano lucía mejor y los doctores no encontraron problemas con visitas, y si él los quería ver no podía negarse.

–Solo tienes que traerlos antes conmigo para explicarles lo que tienen que tener en cuenta,– sonrió, –está bien, muchas gracias Jiang–, los dos se llevaban muy bien, –seguro que A-Ying estará muy feliz al verlos–, el más joven no pudo evitar reírse, –¿ahora lo llamas así?–, el mayor se sonrojó, –a veces simplemente lo digo–, eso solo lo hizo reír más.

–Parece que mi hermanito es capaz de hacer cambiar a los Lan's, por cierto, si tu tío quiere venir, puedes traerlo, pero, no quiero ver a ese ser por aquí– la seriedad reinó al nombrar a la última persona, ambos sabían de quién se trataba.

–Está bien, tampoco pensaba traerlo, no volveré a poner en riesgo a Wei Ying–.

°•°
–¿Cuánto falta?–, preguntó por 10ma vez Jingyi, –deja de quejarte, has preguntado eso muchas veces–, reprochó el de vestimenta amarilla.

–Hey, yo me quejo cuanto quiero, si no querías escucharme hubieras ido solo–, el otro rodó los ojos, –Aparte, ¿no están emocionados?, finalmente lo veremos, ¿creen que se ponga feliz?–, los otros tres sonrieron.

–Bueno, es el maestro Wei, seguro que nos recibe con una sonrisa, espero que esté bien–, respondió Shizui.

–Si, pero, dejó Gusu, quizás ya no le gusta como somos después de todo–, dijo con desdén Jingyi, –¿creen que nos aleje?–Zizhen se invadió de tristeza.

–No sean idiotas, mi tí-Wei Wuxian no es así–, defendió JinLing intentando creerse también sus palabras.

–Chicos, ya casi llegamos, sean amables y educados, por favor– anunció el mayor.

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–Así que estos enanos quieren ver a mi hermano, bastantes valientes al venir sin avisar–, los tres se helaron, mientras el de túnica amarilla aguantaba la risa, a su tío le gustaba imponer mucho.

–Disculpe, líder Jiang, debimos hacer la solicitud personalmente–, Shizui tenía algo de miedo, pero tenía que mantenerse firme si quería ver a su maestro.

–Nosotros estamos agradecidos de que nos reciba, y también estaríamos muy felices si nos deja verlo–solicitó Jingyi, –por fis– aportó Zizhen.

–Hoy no tengo ganas de tratar con ustedes–, se dió la vuelta para irse, los chicos se desanimaron un poco,– pueden ir, creo que está con las flores, JinLing sabe dónde queda–, hizo un ademán con la mano, –ah–se giró a verlos, –sean cuidadosos con él, por favor–, los chicos asintieron y él se retiró a la sala del té.

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–Joven doncella, apúrate, queremos verlo–.

–Me llamas así una vez más y te lanzo al lodo– amenazó mientras dirigía su camino, desaceleraron el paso, –llegamos, despacio, no queremos asustarlo–, conforme se iban acercando podían divisar una figura con túnicas moradas, un poco más oscuras que las de la secta, y un listón rojo en el cabello, sin duda era él, se veía bastante tranquilo, se detuvieron a una distancia considerable.

Wei Wuxian estaba de espaldas pero con la cabeza ligeramente girada para ver las flores, una suave sonrisa adornaba su rostro mientras sus manos tocaban con delicadezas una de las tantas del lugar, parecía estar en paz.

–Maestro Wei–, pronunció con dudas Zizhen, el mencionado inmediatamente se viró y cuando divisó a los niños, sus labios se curvaron en una sonrisa aún más grande, –¡niños!, están aquí–, tomaron eso como una señal, y los cuatro se acercaron a él.

Wei Ying los abrazó a cada uno, y ellos se sentaron a su alrededor, –¿cómo es posible que estén aquí?, ¿no faltaron a clases o prácticas por esto?–, todos sonrieron.

–Tranquilo, el líder nos dió permiso–.

–Yo lo solicité como fuerza mayor, mi padre aceptó–.

–Terminé el papeleo antes, así que los recogí para acompañarlos–, todos habían hecho bastante para estar ahí, y la sonrisa que su maestro tenía hacía que todo ese esfuerzo valiera la pena.

–Los extrañé tanto–, los miró con dulzura, – cuéntenme, ¿que tal han pasado?–.

Y así, inició una larga y amena charla, una que todos los presentes habían esperado y llenaba sus corazones de tranquilidad, porque estaban juntos.

¡Basta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora