Cuidar a un hermano

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–No se trata de eso, se trata de ti, de ustedes–.

°•°
Las suaves notas adornaba el salón, llenando de tranquilidad cada rincón del lugar, y podría decir que de su corazón también.

–Smile boy, siempre que tocas me siento en paz–, disfrutaba de la melodía.

–Ese apodo está algo raro–, rió un poco y siguió tocando.

–Mmm, no soy bueno poniendo apodos, pero te puedo llamar A-Huan o A-Xi si te parecen mejor. Espera, A-Xi me gusta, ¿puedo llamarte así?–.

El mayor asintió y terminó de tocar, –suena bien, es un mejor apodo que smile–.

–Hey–, se rieron un poco para quedar en silencio, uno bastante ameno, hace algunos meses era así, el ambiente entre los dos siempre era tranquilo y relajado.

Xichen contempló al menor, se veía tranquilo, sus mejillas tenían color de nuevo y su gusto por la comida picante había vuelto, sonreía y a veces reía con las ocurrencias de su hermano.

Su perfil era bonito, y se notaba más cuando las lágrimas no adornaban sus grisáseos ojos. Le reconfortaba saber que el chico estaba bien.

Wei Ying, siempre había sido luz, pero se dió cuenta de cuán valioso era cuando estuvo en reclusión y no lo dejó solo, cuando a pesar de tratarlo mal o ignorarlo por estar dolido se quedó con él.

Cuando le hizo compañía hasta que durmiera, cuando escuchó sus lamentos y jamás lo juzgó por seguir pensando en A-Yao, él simplemente escuchó y consoló.

Tampoco dijo nada cuando indirectamente lo culpó, ahora que lo recuerda eso le debió doler mucho, pero en ese entonces no dijo nada, solo escuchó.

Cuando lo sacó de su tristeza y culpa contándole cosas divertidas, cuando le dijo que estaba bien perdonarse, y cuando, a pesar de no ser cercanos, estuvo ahí.

Sí, Wei Ying era un soplo de esperanza a la vida, era como una pequeña perla que es delicada, pero a la vez fuerte y valiosa, él era eso.

–¿Estás bien?–, fijó su mirada en él.

–¿Eh?–, el menor acercó su mano a su frente, –estabas algo rojo, me preocupaba que estuvieras enfermo–, el nerviosismo se hizo presente por no saber qué responder.

–Hey, Xian, el enfermero Ming quiere verte, anda–, Jiang Cheng llegó a la escena.

–Voy, nos vemos luego A-Xi–, despidió con una sonrisa y se fue, dejando a los dos hombres en el salón.

–¿Podrías dejar de babear por mi hermano cada que lo vez?–, preguntó en tono burlón mientras se arrimaba en el marco de la puerta y cruzaba los brazos.

–¿Qué?, no, quiero decir, ¿de qué hablas?–, Xichen volvió a ponerse nervioso.

–He visto cómo lo miras–.

–¿Cómo?–.

–Cómo si fuera lo más valioso del universo, cómo si solo él existiera–.

Se sintió atrapado, era cierto, hace no mucho se dió cuenta de sus sentimientos por el Wei, intentó pensar que era porque lo había visto vulnerable y su espíritu quiso ayudarlo, pero, no se pudo engañar a él mismo, esos meses lo habían comprobado, Wei Wuxian estaba sano, pero él seguía yendo hacia él cada vez.

–Eres un idiota–, dijo el de túnicas moradas, el otro bajó la cabeza.

–¿Por qué haces eso?, digo que eres un idiota por no darte cuenta antes–.

–Es que, es imposible, sé que es lo que siento, pero no es correcto–.

–¿Por qué?, ¿porque es él?–.

–¡No!, por Dios, él es maravilloso–.

–Lo es–.

–Escucha, él ya ha pasado por mucho, y sé que lo sabes, pero, es un idiota sensible, su corazón es como el de un perrito, aunque lo hieran sigue esperanzado en el mundo, aunque él diga que no–.

–No impediré nada, los he visto estos meses, quizás él aún no lo sabe, pero su mirada lo delata, al igual que su sonrisa–, sonrió al recordar la alegría de su hermano cada que se enteraba que el líder Lan venía de visita.

–Pero–, su mirada se tornó oscura, el grave tono de voz que utilizó heló el ambiente–, donde un Lan más le vuelve a hacer daño, quién destruya su secta seré yo–.

–Jamás lo dañaría, yo, solo quiero poder estar con él, cuidarlo–.

–Convencerlo de que lo merece será difícil–, el de túnicas blancas apretó los labios.

–Pero, no es imposible, cuídalo y cuídate–, sonrió.

–Yo... no puedo, después de eso, después de él, no sería correcto y con todo lo que tuvo que pasar, tienes razón, pero él es tanto que no lo merezco–.

–No se trata de eso–.

–¿Entonces de qué?, mi secta solo le hará daño–.

–No se trata de tu secta, esto es de ustedes, de ti, y de él, de ambos depende dónde llevar esto, y si dejarás que pase por eso de nuevo–.

–Por supuesto que no–, respondió en seguida.

–Entonces no tiene porqué hacerlo–.

–Pero–.

–Hay maneras en las que ustedes pueden seguir, y que nadie salga herido, eres el líder de la secta, puede ser una desventaja, pero una ventaja también–.

–No dejes que te aten y te alejen de los que te importan, ya nos pasó a ambos, no dejes que te pase a ti también, toma valor–.

–Me caes bien, y esos niños que vienen seguido también–, finalizó y se marchó a ver a su hermano y el doctor, necesitaba saber cómo seguía su salud.

Xichen lo meditó un rato, si esto se trataba de ellos, de él, haría lo posible para hacerlo bien, porque la sonrisa de A-Ying lo valía.

¡Basta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora