La guerra nunca finalizó, simplemente se congelo en el tiempo hasta el momento que fueron nuevamente revividos. Humano y demonio. Rey y guardián.
Esas eran las etiquetas de Suh Minhyung y Moon Donghyuck quienes pactaron para ser los autores de un ba...
— Es una hermosa biblioteca — comento el demonio quien ahora vestía finas y delicadas prendas de seda que se arrastraban por el impecable piso de madera — Pero no están los libros necesarios — volteo a ver a su amo — Los que de verdad cuentan las historias del pasado.
Habían transcurrido casi cinco meses desde su aparición y conquista del reino de luz, el reino aún se estaba recuperando, pero los días de miseria y muerte habían acabado.
Las lluvias alimentaban los campos que daban de comer a cada boca del reino, las gemas encontradas enriquecían a cada pueblerino y con ello al rey, en los ríos nuevamente recorrían en abundancia sus caminos y con ello la aparición de animales. Todo marchaba a la perfección, pero aun existían cosas que el ahora nuevo rey deseaba.
— El Clan Lee poseía la mayor parte de esos libros, son textos que contienen los ritos necesarios para lo que ahora se llevara a cabo —
Mark miro a su acompañante, el moreno vestido con seda blanca, sus antebrazos eran decorados por joyas doradas en forma de serpientes, su cuello con hermosos y delicadas cadenas sobre su cabello negro posaba una corona de esmeraldas.
Bonito.
Era la definición que le podía dar.
— Con esa vestimenta no te pareces a la cosa que vi en el abismo — comento. Donghyuck ignoro los libros volteando hacia su amo, sus ojos dejaron ver un destello verde, sonrió mostrando sus colmillos filosos y delgados.
— Te sorprendería saber lo que tu sangre y entorno me pueden hacer — dijo caminando hacia el rey.
Mark dejo que el demonio se sentara en su regazo y escondiera el rostro en su cuello — ¿Mis noches no te bastan? — pregunto ladeando su cabeza dejando que el demonio se acomodara mejor.
— Me gusta estar contigo — respondió sin más escondiendo sus manos entre ellos — Me gusta estar así — dejo salir casi todo el aire de sus pulmones y cerro sus ojos esperando descansar un poco.
Mark abrazo al chico acomodándose mejor, respiro calmado pegando un poco su cabeza con la del moreno, le gustaba este tipo de momentos, tan tranquilos, como un sueño, como aquellos días en el abismo donde solo estaban ellos dos, solos, rodeados de oscuridad y agonía, donde los ruidos muchas veces torturaban sus tímpanos o su mente quería jugarle sucio.
Sin duda el abismo lo había cambiado.
Por el rabillo del ojo miro aquella mata de cabello que poco a poco dejaba de ser azabache dando lugar a un castaño, habían pasado casi once años desde que por primera vez lo asesinaron, casi once años que, aunque a pesar de hablar con la criatura que ahora se había cambiado a un hermoso chico no sabía mucho de él o porque había acabado en ese lugar.
Supo que estaba dormido cuando sus serpientes salieron de él convirtiéndose en sombras, lo miraron con esos ojos rojos antes de desaparecer en un parpadeo.
Con dificultad miro sinnúmero de libros colocados de forma horizontal en los estantes, él había leído una gran cantidad sin embargo desconocía demasiadas cosas del mundo, de su reino y de los que estaban a su alrededor. La opción de hablar con su progenitor lo tentó, pero sabiendo lo que le hizo a la puta de su esposa y al sangre sucia no querría siquiera dirigirle la mirada.
— Mark — presto atención al chico notando que solo había sido un balbuceo, el demonio se acomodó casi haciéndose una bolita, él sonrió sintiéndose demasiado bien por alguna razón, le susurro algo al oído y volvió a juntar sus cabezas.
Cerro sus ojosesperando descansar también un poco.
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