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¡Es inaceptable! — apuño sus ojos ante el grito del gobernador — ¡Es el cuarto Donghyuck!

No es mi culpa... — susurró — Todos son débiles — dijo alzando un poco más su voz.

Siempre era la mismo, los humanos contratistas lo invocaban por los rumores creyendo ser capaces de controlar su don, herederos llenos de superioridad...

Los asesinas Moon Donghyuck ¡Los absorbes!

¡Pero no es mi culpa!

¡Lo es por no poder controlar tu don!

Agacho su cabeza sintiéndose impotente, quería contestarle, gritarle que no era así, que sus amos usaban demasiada energía para ver que más podía hacer, queriendo sobrepasar al anterior para hacerse de reconocimiento y gloria en las guerras y reuniones.

Eres un ángel maldito — abrió sus ojos levantando su cabeza de golpe — Nadie más volverá a invocarte — negó repetidamente con la cabeza.

No... — susurró, quería volver a la tierra, sentir el viento chocar y la naturaleza tocar sus manos, quería sentirse vivo y disfrutar del mundo terrenal, de las comidas y traiciones que los humanos tenían — No puede — hizo puño sus manos.

Si puedo y desde este momento — el ser, gobernador de los ángeles se levantó y elevo sus manos — Decreto que nadie más podrá invocarte como guardián por ser un peligro para el equilibrio ancestral.

Una luz cegadora recorrió los cielos, detrás del gobernador letras en color oro fueron escritas decretando sus palabras.

Sus alas dolieron y dos sellos fueron aparecieron en sus muñecas, las lágrimas inundaron sus ojos y su corazón dolió como nunca antes, ahora era un ángel defectuoso, una deshonra para la familia Moon. Él no lo quería, no tenía a nadie en este plano...

Vuelve a tu lugar Donghyuck — asintió tragando el nudo en garganta, sus alas lo llevaron en lentitud hacia la residencia Moon donde los guardias lo miraron en el ceño fruncido y una expresión de molestia.

Voló hasta donde su familia descansaba, justo antes de tocar la puerta estas fueron abiertas dejando ver a los cinco miembros de su familia, ángeles de grandes e importantes dones que velaban por el bienestar de sus humanos contratistas.

Hola — hablo después de unos segundos de tortuoso silencio.

Nadie respondió, sus cuidadores solo le dirigieron la mirada unos pocos segundos antes de ignorarlo como los otros tres miembros, camino hacia su lugar de descanso sintiéndose realmente mal, fácilmente podían decir que era un inútil.

Sus ojos se cristalizaron, no quería, no deseaba estar atrapado en los cielos, donde lo único que podía y ahora se le permitiría hacer era mirar las cosas que jamás volvería a hacer o presenciar.


Minhyung abrió sus ojos de lentamente, la oscuridad de la habitación aún permanecía gracias a las gruesas cortinas que dejaban afuera los rayos no gratos del sol. Suspiro apenas moviendo su cabeza sintiendo un peso en su estómago, poso sus manos con cuidado en el reptil que dormía plácidamente sobre su cuerpo.

El primer fragmento de la historia aún permanecía fresco en su mente, contado desde los ojos del moreno, donde sus alas eran grandes y blancas y su lugar de origen blanco como las nubes y aún más agonizante que el abismo.

Él conocía su don y las consecuencias que conllevaba, sin embargo, aun después de diez años en el abismo y los meses en vida no se sentía agotado, mucho menos enfermo "Nunca te había visto llorar" se dijo recordando lo acidas que se sentían esas lágrimas y el dolor en el pecho que se extendía como veneno por la sangre destruyéndolo hasta sentirse vacío, llevándolo a la conclusión que su existencia era una mera falla de la misma y divina vida.

GENESIS - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora