Parte XXV

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Yahiko se rascó la cabeza mientras miraba a Hinata Hyuga inconsciente en el asiento trasero

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Yahiko se rascó la cabeza mientras miraba a Hinata Hyuga inconsciente en el asiento trasero.

— Abre la ventana, no le gustará verla inconsciente cuando lleguemos—, dijo Konan mientras manejaba por las calles desiertas.

Yahiko puso los ojos en blanco, pero hizo lo que le decía Konan. No por nada, ella era el cerebro. Ya habían cambiado de auto, dejando en el que habían tomado a Hinata de la casa de los Uzumaki en un barrio bajo. Obviamente, estaba rugiendo por el fuego en su interior.

Konan ya se manejaba tranquila, pero Yahiko seguía mirando a la chica.

—¿Qué tanto la miras?— preguntó ella desde adelante, dándole una mirada por el espejo retrovisor.

Yahiko sonrió, mostrando su media sonrisa y observó a Konan por el mismo medio.

— Tranquila lindura. Sólo tengo ojos para ti—, dijo con un guiño.

Konan resopló, odiaba cuando Yahiko se ponía galán, ya que su corazón se agitaba provocando que perdiera su tan característica calma. No veía la hora de volver a casa. Entendía por qué Él le había dado ese trabajo a Yahiko, cuando las cosas se complicaron y alargaron, Él la mandó a ella como apoyo.

No podía mandar a ninguno de los locos que tenía como amigos, Yahiko era el más centrado...

Konan hizo una mueca mientras escuchaba al hombre tararear desde atrás. Bien, lo admitía, ninguno de ellos estaba sano del coco... Pero Yahiko era bueno siguiendo órdenes, cosa que lo dudaba de Sasori, Hidan, Deidara, y Kisame. Aunque, no entendía por qué Él había aceptado el trabajo de ese hombre.

Konan vió la mansión y escuchó el chiflido bajo de Yahiko.

— Mira eso.. bonito lugar—, murmuró.

Konan no respondió, deteniendo el auto en la reja cerrada. Ni siquiera preguntaron quién era, pero las rejas se abrieron. Ella se tensó mientras manejaba, levantó la mirada de forma inconsciente y encontró varias camaradas que los apuntaban. Ahora entendía cómo sabían que eran ellos. No le gustaba que hubiera imágenes de ellos, detendría que deshacerse de esas cámaras antes de irse.

Ella suspiró con cansancio, el trabajo nunca terminaba ...

Escuchó un gemido suave desde atrás y a Yahiko reír.

— Justo a tiempo, bombón —, dijo hablando con la mujer del asiento de atrás —. Hay alguien que está ansioso por verte.

 Hay alguien que está ansioso por verte

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