Naruto estaba distraído esa noche, ella podía decirlo a ciencia cierta. Tuvo que repetir varias veces su nombre para que la mirará, mientras él tenía la vista fija en su laptop.
— Lo siento, cielo. ¿Qué pasó?— preguntó soltando por un segundo a la laptop y mirándola a ella.
Pero no duró mucho cuando un pitido se escudó desde el aparato y él volvió a mirar con el ceño fruncido. Él comenzó a teclear, olvidándose completamente de la presencia de Hinata y ella suspiró. No era la primera vez que pasaba. Generalmente, él no tenía trabajo cuando llegaba a casa, pero ese día parecía tenso y enojado, así que ella se mantuvo lo más lejos que podía.
Hinata había tenido ganas de empezar a lanzar indirectas, empezar a tantear el terreno para saber si él aceptaría el bebé. Ya estaban por cenar, pero él no parecía tener ganas. Ella puso la mesa y sirvió la comida, caminó hacia la habitación de él, que ahora la usaba casi como una oficina, ya que cada noche dormían juntos.
—¿Naruto?— volvió a llamar. Suspiró cuando él hizo un ruido desinteresado—. Ya está la cena—, avisó.
Él asintió y agitó una mano, como diciendo que ya iría. Hinata se cruzó de brazos y lo observó, sabiendo que él no lo haría. Él se sumergía en lo que sea que hacía y se olvidaba de todo. Puso los ojos en blanco y comenzó a caminar hacia la cocina, pero alguien golpeó en la puerta. Cambió de dirección, pero antes de siquiera llegar, la puerta fue abierta.
Hinata se detuvo, mirando a la hermana de Naruto y a Shion entrando a la casa. Karin parecía casi empujar a Shion adentro, mientras la rubia parecía roja como tomate.
—¡Ey, Hinata!— saludó la pelirroja con una sonrisa.
Hinata también sonrió, Karin la habia visitado varias veces, ella era chispeante y muy simpática. Pero era la segunda vez que veía a Shion. Karin le había contado que la rubia siempre había sido enfermiza desde la infancia. Si había cualquier virus andando, siempre ella se lo pegaba. Se lo había contado casi con cansancio, pero en el fondo parecía que apreciaba a la rubia.
— Hola chicas. Bienvenidas —, saludo con una sonrisa y haciendo señas para que entrarán más.
Karin terminó de empujar a Shion adentro y cerró la puerta.
— Hola, Hinata —, murmuró bajito la rubia, su rostro hacia el suelo.
Hinata se acercó y tomó las manos de la rubia con una sonrisa.
— Vengan, estaba a punto de cenar. ¿Quieren acompañarme?
Karin pasó su delgado brazo por arriba de los hombros de Hinata, una sonrisa en su rostro.
— Claro que sí. ¿El idiota de mi hermano está?
Hinata soltó una risita mientras asentía. Soltó las manos de la rubia y comenzó a caminar cuando Karin sacó el brazo de sus hombros. Ambas chicas la siguieron hasta la cocina e hizo que se sentarán mientras ponía más platos. Dejó el plato de Naruto sin servir, lo haría cuando él se dignará a aparecer. Probablemente, serían horas después de que terminarán.