Hinata rogó con la mirada a Minato, que la veía con tanta ferocidad que no sabía si podría pasar.
- Por favor -, rogó -, yo no quería dejarlo. Yo..
Minato alzó la mano, haciendo que cortará sus palabras, pero no así su llanto. Estaba desesperada, quería ver a Naruto,hablar con él. Podía sentir como su futuro con él se escapaba de sus manos como arena entre sus dedos, llenándola de desesperación y anhelo.
Vió al hombre, que era prácticamente un retratado del hombre que amaba, cerrar los ojos y tomar una profunda respiración. Cuando él volvió a abrir sus ojos celestes, la expresión enojada ya no estaba.
- Hinata, él no puede ingresar-, dijo simplemente, mirando al hombre que había golpeado a los hombres de seguridad de los Uzumaki.
Hinata dió una mirada a Shino, él hombre no parecía haber pasado por una pelea contra cuatro hombres hacia sólo unos minutos. Su sus ojos negros seguían tranquilos, mirando fijamente a Minato. Ella abrió la boca para decir que sólo ella entraría, pero él habló antes.
- Se me ordenó cuidarla. No la dejaré sola en ningún momento.
Hinata le frunció el ceño, él estaba a unos pasos de ella, pero a la distancia de un brazo.
- Te quedarás aquí - dijo intentando sonar firme a pesar de las lágrimas en los ojos.
Shino la miró, una de sus finas cejas negras se alzaron en su frente.
- No sigo tus órdenes.
Hinata se llenó de tanta frustración y enojo que no pudo evitar explotar como una niña. Soltó un ruido parecido a un gruñido, con los puños apretados y golpeó su pie contra el suelo del pasillo del hospital. Lloró con frustración cuando empujó a Shino con todas sus fuerzas, pero el hombre apenas se movió unos centímetros.
- Maldito. Bastardo. Idiota-, lloró mientras golpeaba con sus puños el duro torso oculto en el tapado negro.
Hinata miró su rostro, notando que su expresión no cambiaba y tiró su puño hacia atrás y golpeó en su cara con todas sus fuerzas. Ella gritó con el impacto, sintió un dolor reventando en su mano y agitó la extremidad, quejándose. Volvió los ojos llenos de lágrimas hacia Shino, notando que él tenía su rostro levemente girado, y lentamente su mirada volvía a ella.
- Tu sangre te protege, Hinata. Pero no te confundas, eres demasiado débil para intentarlo de nuevo. No lo hagas-, dijo con voz fría, su expresión serena como si ella ni siquiera fuera un mosquito que le había picado.
-¡Déjame en paz!- gritó.
- Se me...- Shino, de repente se detuvo, con la mirada vacía y luego parpadeó -. Bueno-, dijo.
Hinata lo miró sin entender qué le pasaba. Pero no iba a discutir, se volvió hacia Minato, notando que la puerta de la habitación estaba abierta. Ella vió a Kushina en el umbral, la mujer miraba fijamente a Shino, sus ojos violetas abiertos de par en par, parecía asustada.