Escuchó su risa ronca antes de entrar por la puerta del comedor. Podía reconocer ese sonido en cualquier lugar, y está le hizo sonreír de manera inconsciente. No había sido plenamente consciente de cuánto había extrañado esas carcajadas antes.
Pero, se detuvo cuando entró, su sonrisa se borró y si no fuera por Kushina, que la mantenía allí, se habría girado y corrido a su habitación. Vió, casi a unos pocos pasos como Naruto tenía su brazo sobre una sonrojada Shion. Ambos se sonreían con complicidad y sintió como si fuera una apuñalada en su pecho. Ahora podía decirlo a ciencia cierta, ya que sabía cómo era la sensación exacta.
Pero, en unos segundos, ella cambio su expresión, poniendo una sonrisa fría y llena de confianza. No iba a permitir que eso le afectará, se había jurado ser fuerte.
— Buenas noches—, saludó Kushina, con voz alta para que todos la escucharán.
La mirada de todos fueron a ellas, pero Hinata tenía los ojos clavados en Naruto. Notó como su sonrisa se borró poco a poco mientras la miraba. Sus ojos celestes se oscurecieron, podría ser enojo o deseo, ella no pudo saberlo. Kushina le había regalado un bonito vestido color rosa para que usará esa noche, y Naruto pareció totalmente interesado en eso. Prácticamente, podía sentir su monstruo verde de celos, que había estado gruñendo por la imágen, agitarse con las manos en alto por la victoria, cuando Naruto soltó a Shion y dió un paso hacia ella; como si la rubia dejara de existir en el momento que ella entró en su campo de visión.
Él estaba algo lejos, pero vió su boca moverse, pudo distinguir su nombre en sus labios y ella le sonrió más. Se había sentido algo extraña cuando se había cortado el cabello tan corto, por arriba de sus hombros y aún más extraña del color rojo. Kushina le había dicho que le quedaba bien ese color, pero Hinata decidió que prefería su color oscuro. Así que, volvió a teñirse el pelo, sólo que sin mechas azules naturales. Pero, se había puesto uno que si le daba el sol, se notaban reflejos de ese color.
Subió su mano libre, poniendo un poco de pelo tras su oreja. Aún con los ojos clavados en Naruto, notó como él observó el movimiento. Él dió un paso más hacia adelante, pero un ancho pecho le cubrió todo cuando un hombre se detuvo al frente ella.
— Es un placer conocerte, jovencita. Al fin—, él hombre extendió la mano y atrapó la de ella. Él bajó la mitad de su cuerpo, apoyando sus labios sobre los nudillos de Hinata. Ella alzó una ceja al ver que él miraba fijamente su escote, obviamente era el padrino de Naruto —. Soy Jiraiya, querida. Pero puedes decirme Papi..
— En tus sueños, viejo baboso—, habló una mujer, empujándolo y separando al hombre de una sorprendida Hinata.
Hinata oculto su sonrisa divertida, obviamente esa mujer era su esposa. La rubia de ojos almendra era muy bonita, y tenía un cuerpo que envidiaría cualquier miss universo. Tsunade le dió una mirada crítica, viendo desde su cabeza hasta el piso, porque sus pies estaban escondidos bajo el largo vestido. Ella sintió su corazón latir un poco más duro, la mujer le ponía muy nerviosa. Pero, se sintió más relajada cuando ella miró su rostro con una sonrisa.
— Eres muy bonita, Hinata. ¡Bienvenida a la familia!
Sus ojos se abrieron asombrados, cuando la mujer la abrazó, dejándola asombrada. Kushina soltó su brazo y ella le devolvió el abrazo algo torpe. No estaba acostumbrada a esas señales de cariño de desconocidos.
— Gracias —, murmuró mientras aún se abrazaban—. Usted es muy hermosa—, dijo algo nerviosa.
— Ow, ¿no eres una cosita tierna?— dijo Tsunade mientras se separaba de ella y observaba su rostro rojo de vergüenza.
Jiraiya estaba a su lado y volvió a tomar la mano de Hinata. Ella le dió una mirada, sin entender qué quería hacer. Sus cejas se alzaron cuando él volvió a subir su mano, con la intención de besarla de nuevo.
— Una bonita manzana madura—, dijo Jiraiya. Sus pequeños ojos negros parecían intensos mientras la miraban, y Hinata no sabía si tomar eso como un halago o algo escalofriante.
Pero, el hombre no llegó a tocar su mano, cuando una grande tomó la muñeca de él, deteniendo sus movimientos. Hinata miró hacia Minato, que observaba con una sonrisa al hombre.
— Tranquilo, Jiraiya. Asustarás a la pobre.
Jiraiya hizo un mohin, como si fuera un niño regañado. Luego volvió a mirar a Hinata y le guiñó un ojo, su rostro divertido. Y ella entendió que él sólo bromeaba y se rió un poco.
— Déjame presentarte, Hinata —, dijo Kushina, tomando su brazo de nuevo. Ella apuntó con la palma hacia el hombre —. Él es Jiraiya, es un escritor y director de películas de segunda mano..
—¡Oye!— se quejó él, alzando las cejas y poniendo sus manos en los pantalones de su traje gris.
Kushina no pareció afectada por eso, ya que siguió apuntando ahora a la mujer.
— Ella es Tsunade, mi amiga más íntima y una doctora muy prestigiosa. Confiaría mi vida a ella sin dudar.
Tsunade le guiñó un ojo y Hinata le sonrió, feliz de ver que no parecían tan aterradores como una vez Sasuke los había pintado.
— Por cierto—, habló Jiraiya —, ¿Alguna vez has pensado en hacer películas, Hinata? Tienes el rostro perfecto —, Hinata le frunció el ceño, pero la sonrisa arruinaba la expresión, porque él otra vez estaba viendo sus pechos, en vez de a su cara.
Ella abrió la boca, pero no llegó a contestar.
— Ella no actuará en ninguna de tus películas de muerte, padrino.
Hinata giró la cabeza y observó a Naruto cerca de ellos. Tenía un vaso con un dedo de whisky, su postura parecía relajada, pero sus ojos intensos estaban clavados en Hinata.
— No seas mezquino, chico—, contestó Jiraiya —. Deberías dejar que el mundo disfrute de la belleza de esta niña.
Hinata sintió su rostro quemar mientras Naruto bajaba sus ojos por su cuerpo de nuevo. Él apoyó el filo del vaso en sus labios, pero cuando volvió a su rostro, él negó con la cabeza.
— No soy mezquino—, dijo para luego tomar todo el whisky de un sólo trago.
Él dió varios pasos que los separaban, Kushina soltó el brazo de Hinata, pero ella ni siquiera lo notó. Naruto se detuvo a su lado, casi sobre ella. Hinata no se movió, no separó sus ojos de él ni un segundo. A ella se le cortó la respiración cuando sintió un dedo caliente en su hombro descubierto.
— Si no eres mezquino, entonces no deberías oponerte a que...
— Si, no soy mezquino—, le cortó Naruto, pero aún mirándola fijamente —. Pero algunos tesoros, no se deben compartir...
Hinata le frunció el ceño, sin saber qué quería decir él con eso. Pero Naruto no se explicó cuando sonrió, una sonrisa que había extrañado por mucho tiempo. Una que hizo que sus corazón de acelerará con emoción y en su estómago revolotearan mariposas.
— Hola Cielo...
Continuará...