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Liam se aproxima a Hayley con determinación, agarrándola bruscamente de los brazos. Su mirada es una mezcla de furia y desprecio mientras le suelta con voz ronca.—¿Qué demonios has hecho?

—Hice lo correcto—dijo Hayley con los ojos llenos de lágrimas, su voz temblaba con la carga emocional de sus palabras.

Liam la soltó bruscamente, golpeando una parte del barco con frustración palpable.—¡Vete, Hayley, lárgate! ¡No puedo soportar el verte ahora!—gritó Liam con frustración desgarradora, su voz resonando con una mezcla de dolor y rabia mientras sus palabras cortaban el aire como cuchillos afilados.

Observé a Liam con preocupación, sus ojos llenos de ira y decepción.—Liam, cálmate—dije con voz suave pero firme.

Liam clavó la vista en mí, apretando los puños con furia.—Ahora no, Elody—gruñó entre dientes.—Si quieres ayudarme, no me hables ni intentes calmarme. Solo deja de intentar arreglarme.—Sus palabras eran cortantes, cargadas de enojo y frustración.

Tragué saliva y miré a René con desesperación.—Tienen que irse ahora—dije con frustración, impotente por mi pierna rota que me impedía actuar.

René asintió con determinación, tomó del brazo a Hayley y la sacó del barco sin decir una palabra más.

Liam se acercó a mí con gesto de frustración, evitando mi mirada.—Muy bien, Elody, te llevaré a casa de Elliot—dijo en un tono firme pero tenso.

Coloqué mis manos alrededor del cuello de Liam mientras él me levantaba con cuidado, sosteniéndome en sus brazos mientras me llevaba hasta el auto con delicadeza. Una vez dentro del auto, Liam empezó a conducir con una expresión frustrada, sus manos tensas en el volante mientras aceleraba con determinación.

Lo observé mientras conducía, sus ojos contenían lágrimas que se negaban a caer.— Liam......

Él me ignoró y puso la música a un volumen demasiado alto, continuando conduciendo rápidamente sin decir una palabra. Minutos después, llegamos a la casa de Elliot. Liam estacionó el auto, bajó y abrió mi puerta con cuidado. Sin soltarme, tocó la puerta de la casa mientras yo aún estaba en sus brazos.

Elliot abrió la puerta y fulminó a Liam con la mirada.—¿Qué haces aquí?

Liam ignoró la mirada de Elliot y entró bruscamente a la casa.—¿Dónde está tu habitación? Todavía necesito bajar cosas del auto, la silla de ruedas o las muletas.—dijo con tono urgente y molesto.

—Puedo caminar solo, solo déjame bajar. No soy una bolsa de papas que puedes llevar a donde quieras—dije irritada y con determinación.

Elliot y Liam exclamaron al unísono.—¡No puedes!

Elliot guió a Liam hasta la habitación y, con delicadeza, Liam me colocó en la cama.Después de eso, sacó dinero de su cartera y lo colocó en la mesa de noche de Elliot.—Es para la pizza y algunos chocolates amargos que le gustan—explicó.—Tiene que tomar sus medicamentos, debería haberlo hecho hace media hora, pero la gente está irritable.

Rodé los ojos.—No hables de mí como si no estuviera aquí—dije mientras intentaba tomar su mano, pero él la apartó.

Liam me ignoró y apretó los puños.—Vendré por ella mañana para llevarla a la escuela.—dijo con firmeza. Salió de la habitación sin siquiera mirarme.

Elliot se sentó a mi lado.—¿Quieres explicarme qué fue todo eso y por qué la tensión entre ustedes era tan palpable?

Tragué saliva.—Ese es Liam, cerrándose a los demás—dije con pesar.

El desastre que fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora