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Después de unos minutos, entré al baño y me puse una camiseta de Liam. Me desmaquillé rápidamente y luego salí. Al regresar a la habitación, me recosté en la cama y Liam apoyó su cabeza delicadamente en mi pecho. Pasé mi mano por su pelo suavemente.

— A veces me pregunto qué habría sido de nosotros si nuestro encuentro no hubiera sido en la infancia, sino en la universidad, lejos de la mierda  de nuestras familias. 

Concedo una pequeña sonrisa—quizás nunca me hubieras notado en la universidad.
 

Él niega con la cabeza, expresando su incredulidad.—Eso es imposible, bonita—dice, con una mezcla de convicción y ternura en su voz.—Primero, porque las  personas dañadas tienden a atraer a otras  como si estuviéramos destinados a encontrarnos. Y segundo.—afirma con seguridad—no hay manera en la que alguien no te note

—Así que ¿somos personas rotas? ¿Defectuosas?

Él suspira frustrado— si lo somos, estamos llenos de dolor, oscuridad que reprimimos—Sé lo que piensas cuando te paras en un lugar alto, Elody. Yo también lo he pensado—admite con sinceridad.

Niego con la cabeza, mostrando una expresión defensiva.—No sé de qué hablas

—Claro que lo sabes, lo veo en tus ojos, y lo he visto en los míos también.—Sus palabras salen entrecortadas, cargadas de emoción.—Es una voz muy pequeña dentro de nosotros  que nos susurra que simplemente nos dejemos caer y terminemos con todo.

—¿Desde cuándo sabes eso?—preguntó ansiosamente.

—Quizás te guste creer que no te conozco, que no puedo descifrar tus gestos, y que todo es siempre sexual, pero sabes que es verdad: antes que nada, siempre fuimos amigos. Sé cuándo estás molesta o triste, aunque lo ocultes tras una sonrisa.

Las lágrimas caen sobre mi mejilla.—No quiero seguir hablando de eso. Mejor dime, ¿qué hubiera pasado con nosotros si no nos hubiéramos conocido en la universidad?

Él me regaló una pequeña sonrisa.—Si no nos hubiéramos encontrado en la universidad, tal vez habríamos coincidido en algún concurrido carrito de café o en una bulliciosa cafetería. En ese día abarrotado, habría intentado colarme en la fila, y tú habrías respondido con ese desafiante destello en tus ojos verdes, tan imponentes que resultaría imposible apartar la mirada. Me habrías llamado idiota, y yo habría sentido el peso de mis acciones, disculpándome por el intento de salto. Entonces, en medio de la multitud y el caos, me habría presentado, desesperado por redimirme  "Déjame invitarte un café, bonita, para enmendar mi error".

Me río abiertamente.—Claro que no podías dejar de ser un pesado, ¿verdad? Y, ¿acaso acepté tu café?

.—Es parte de mi encanto. Claro que aceptaste. Después regresamos juntos al campus y hablamos durante horas. Pero contigo es fácil hablar. Nunca me ha gustado compartir mucho mis pensamientos o sentimientos, pero contigo todo es diferente.

—¿En esa historia  existe René, Hayley o Taylor.?

—No, no existen,  tu  familia es de California y tienen  un rancho con caballos, gallinas y todos tienen nombres ridículos, pero en verdad amo a cada animal que vive allí. Y mi  familia tiene una panadería

—Es interesante pensar en cómo nuestras madres podrían haber sido amas de casa o granjeras en el pasado. Aunque suene absurdo, parece que esa vida habría sido mejor que la actual. 

—En cualquier escenario o universo, mi vida es mejor contigo, bonita.

Un suspiro de frustración se escapa de mis labios.—Liam,  honestamente no sé si mi vida es mejor  contigo o sin ti en ella.

El desastre que fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora