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Suguru estaba reclinado en el sofá de la casa de Shoko, disfrutando de un cigarrillo que emitía un humo gris que se enroscaba en el aire como un espíritu rebelde. La atmósfera en la sala estaba impregnada del aroma a tabaco, un olor familiar que evocaba momentos de despreocupación y amistad. Él inhalaba y exhalaba el humo con una cadencia pausada, dejando que el aire se llenara de un leve aroma amargo que contrastaba con la tranquilidad del ambiente. La luz tenue de la habitación creaba sombras danzantes en las paredes, mientras los suaves sonidos de la ciudad se filtraban desde el exterior.

Shoko, con su propio cigarro en la mano, lo acompañaba en silencio, compartiendo el momento de calma que parecía envolverlos como una manta acogedora. Había algo casi sagrado en esos instantes; un refugio de paz en medio del caos que a menudo caracterizaba sus vidas. La calma del lugar era casi palpable, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, hasta que un grito rompió el silencio.

"¡Apaguen eso, están matando mi olfato y sus pulmones!" La voz de Satoru irrumpió en la habitación con una mezcla de irritación y exasperación, resonando con una energía inconfundible.

Sus palabras provocaron miradas de sorpresa entre los dos presentes. Shoko, claramente molesta por la interrupción, se levantó del sofá con un gesto brusco, tomando una profunda bocanada de aire antes de liberarla en el rostro de Satoru, quien la observó con un ceño fruncido, claramente ofendido. Murmuró un "idiota" mientras se dirigía hacia la puerta, dejando a Satoru solo con su creciente incomodidad y la pesada atmósfera que había quedado en la sala. Suguru, aún con el cigarro en la mano, se quedó en el interior, mirando a Satoru con una expresión de calma casi desinteresada, pero con un atisbo de diversión en sus ojos.

Satoru, claramente incómodo por la persistente presencia del cigarro, dirigió una mirada desafiante a Suguru, como si exigiera una respuesta. "¿No piensas salir ya?", preguntó, su tono lleno de impaciencia y desdén.

Suguru, sin dejar de mirar a Satoru, se levantó del sofá con una calma medida, como si estuviera disfrutando de un momento que solo él podía comprender. Se acercó al albino con la determinación de enfrentar la situación, manteniendo la mirada fija en sus ojos. Con el cigarro aún encendido, Suguru dio una última calada, dejando el humo denso en el aire entre ellos. Satoru, esperando que finalmente se fuera de la casa con el cigarro, se quedó de pie, observando impaciente, su expresión un cóctel de frustración y curiosidad.

Sin embargo, en un movimiento inesperado que tomó por sorpresa a Satoru, Suguru tomó a Satoru por la nuca y lo atrajo hacia él con una fuerza suave pero firme. Sus labios se encontraron en un beso inesperado, robando el aliento de Satoru en un instante. Los labios de Satoru se abrieron automáticamente, pero en lugar de encontrar el suave contacto que había anticipado, se vio invadido por el denso humo del cigarro. El choque del humo hizo que Satoru abriera los ojos de par en par, sorprendido y sin poder ocultar su desconcierto. La confusión lo envolvió, y su mente comenzó a girar mientras procesaba la intensidad de la situación, cada latido de su corazón resonando como un tambor en su pecho.

Suguru, con una sonrisa juguetona y traviesa, se apartó un poco, disfrutando de la mezcla de sorpresa y asombro en el rostro de Satoru. "¿Así que te gusta el humo, eh?" bromeó, la tensión en el aire transformándose en una chispa de complicidad que no podían ignorar. En ese instante, el tiempo parecía detenerse nuevamente, y todo lo que existía era la electrizante conexión entre ellos, un momento que prometía más de lo que las palabras podían expresar.

                      𝗄𝖾𝖾𝗉   𝗆𝖾   𝗁𝖾𝗋𝖾.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora