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Satoru y Suguru estaban en la sala de la casa de Suguru, disfrutando de un raro momento de tranquilidad

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Satoru y Suguru estaban en la sala de la casa de Suguru, disfrutando de un raro momento de tranquilidad. Ambos llevaban puestos sus uniformes, aún recuperándose de un largo día de misiones y entrenamiento. Satoru, con su característico cabello albino y sus ojos celestes, estaba recostado de manera despreocupada en el sofá, sus lentes de sol aún en su lugar, mientras que Suguru revisaba algunas notas sobre exorcismos en silencio.

Después de unos minutos, Suguru rompió el silencio con una sonrisa juguetona.

-Sabes, eres el hombre más celoso que conozco -dijo, su tono suave pero con un destello divertido en sus ojos. No podía evitarlo; le encantaba provocar a Satoru, especialmente porque su reacción siempre era entretenida.

Satoru frunció el ceño y se ajustó las gafas mientras observaba a Suguru con una mezcla de incredulidad y ligera molestia. Su respuesta no se hizo esperar.

-¿Conoces a otros hombres? -replicó, haciendo un puchero infantil, aunque debajo de su tono juguetón había un toque de seriedad.

Suguru soltó una carcajada, esa risa profunda y genuina que Satoru siempre encontraba contagiosa. Se apoyó en el respaldo de su silla y se inclinó hacia Satoru, su sonrisa ampliándose aún más.

-Es imposible no conocer a otros hombres, Satoru. ¿Esperas que solo te conozca a ti?

Satoru se cruzó de brazos y desvió la mirada, claramente actuando ofendido, aunque sus labios amenazaban con curvarse en una sonrisa.

-Preferiría que sí, para ser honesto. ¿Por qué necesitarías conocer a otros cuando ya me tienes a mí? -dijo, inflando las mejillas como si realmente estuviera molesto, pero sus ojos brillaban con un destello travieso.

Suguru se acercó aún más, apoyando un brazo en el respaldo del sofá donde Satoru estaba sentado, acortando la distancia entre ellos. Sabía que detrás de toda la actitud de Satoru, había un cariño genuino y una vulnerabilidad que pocos llegaban a ver.

-A veces me pregunto si de verdad eres un alienígena, con esa forma física tan perfecta -bromeó Suguru, sonriendo con complicidad-. Aunque, honestamente, no podría imaginarme a nadie más en tu lugar.

Satoru lo miró con sorpresa y una ligera sonrisa asomó en sus labios.

-¿Qué? ¿Te gustaría que tomara otra forma? -preguntó, levantando una ceja, pero su tono era más juguetón que serio.

Suguru se inclinó un poco más cerca, disfrutando del momento.

-No, no, definitivamente prefiero esta -respondió, gesticulando hacia su figura-. Aunque, a veces, me pregunto cómo sería si realmente fueras de otro planeta.

Satoru se dejó caer hacia atrás, haciendo un gesto dramático.

-¡Oh no! ¿Y si soy un espía enviado a conquistar la Tierra? -exclamó, cubriéndose la cara con sus manos.

Suguru rió nuevamente, disfrutando de la imaginación de Satoru, sintiendo cómo la atmósfera entre ellos se tornaba más ligera y divertida. Sabía que, a pesar de las diferencias entre ellos, había una conexión especial que transcendía cualquier barrera.

-Bueno, si ese es el caso, ¡me estás conquistando muy bien! -dijo, inclinándose hacia él con una sonrisa pícara.

                      𝗄𝖾𝖾𝗉   𝗆𝖾   𝗁𝖾𝗋𝖾.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora