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Las últimas palabras de Shizun.


La sangre de Mo Ran se congeló.

Sólo había visto el guqin Jiuge de Chu Wanning una vez en su vida, cuando lo invocó en su batalla de vida o muerte, sus acordes dividiendo los cielos y despejando las nubes.

Todo lo que había estado bajo el control de la Formación de Ajedrez Zhenlong en ese momento, desde las personas vivas hasta las bestias y los espíritus, recuperaron su conciencia bajo el efecto de los acordes de Jiuge, el ejército de millones de piezas de ajedrez de Mo Ran arrojadas en total desorden por una canción.

Pero invocar un arma sagrada requiere el uso del núcleo espiritual y consume una gran cantidad de energía espiritual.

Chu Wanning ya ni siquiera podía convocar a Tianwen, así que ¿cómo se las arregló para convocar a Jiuge, que era aún más fuerte que Tianwen?

La batalla sobre el Lago Celestial ese día no había sido menos feroz que el combate a muerte entre maestro y discípulo en aquel entonces.

Pero la memoria de Mo Ran era borrosa, porque, después de esa sangrienta batalla, finalmente no había nadie a su lado con quien pudiera hablar.

A decir verdad, en la vida pasada, hasta la muerte, Mo Ran nunca supo cómo Chu Wanning fue capaz de convocar a Jiuge usando sólo la fuerza de su alma.

Era una especie de conexión que no existía entre ninguna arma sagrada y su maestro. Pero Chu Wanning lo logró.

Ese día, con el sonido del guqin, las piezas de ajedrez Zhenlong de Mo Ran se hicieron añicos una tras otra. La fuerza de Jiuge era aún más pura e indomable que la primera vez que la vio hace muchos años, hasta el punto de que sospechaba que el núcleo espiritual de Chu Wanning no había sido destrozado en absoluto, que simplemente había estado fingiendo todos esos años, soportando las humillaciones y esperando el momento oportuno para vengarse de una sola vez.

Después, ni siquiera pudo evitar pensar, sería genial si ese fuera el caso. Si Chu Wanning estuviera fingiendo, tal vez las cosas no habrían ido tan lejos.

Si tan sólo.

Jiuge anuló la magia prohibida de Mo Ran, devolviendo la conciencia a los cultivadores que se habían estado matando unos a otros, e incluso destrozó los pilares de hielo encantados que mantenían a Xue Meng y Mei Hanxue atados.

Mo Ran saltó hacia el cielo, las túnicas azotando el viento y los ojos llenos de ira y deleite. No podía esperar a ver cuántas habilidades más sorprendentes tenía Chu Wanning bajo la manga.

Aterrizó en la parte superior de la barrera y se acercó para pararse ante Chu Wanning.

Aquel par de manos pálidas y delgadas se detuvieron y pusieron sobre las cuerdas del guqin, deteniendo su sonido.

Chu Wanning levantó la cabeza, su rostro pálido como la nieve bajo el sol.

El habló, —Mo Ran. Acércate más.— Sin saber por qué, se acercó.

Chu Wanning movió sus dedos y varios rayos de luz de color jade volaron hacia el pecho de Mo Ran. Se sorprendió por un momento, pensando que Chu Wanning quería matarlo.

Pero la luz no le dolía en absoluto, sólo flotaba delante de su pecho antes de difuminarse lentamente en su piel y su carne, trayendo consigo una calidez incalculable.

—He curado tu herida causada por Xue Meng—, dijo Chu Wanning suspirando suavemente. —Así que déjalo ir, Mo Ran. Si incluso él se va, a quién acudirás en el futuro cuando quieras recordar el pasado...

El Perro Venerable y El Inmortal Gato Shizun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora