9 Acepto

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Me separé solo un poco, mis manos salieron de debajo de su vestido y ella como pudo lo reacomodó en su lugar, por fortuna mi cuerpo la cubría y le guiñe un ojo

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Me separé solo un poco, mis manos salieron de debajo de su vestido y ella como pudo lo reacomodó en su lugar, por fortuna mi cuerpo la cubría y le guiñe un ojo.

—Lu —la señora Farina habló—. ¿Hay algo qué...?

—No mamá, todo está bien —su voz salió entrecortada y un tanto chillona, sus mejillas estaban rojas y daba la impresión de querer explotar—. Ya iré ah...

—No, no —la interrumpió—. Solo veníamos por una botella de vino, ¿no es así, amor?

—Sí —Valentino sonaba un tanto molesto, pero creo que nos darían algo de espacio.

Entró, se acercó a unas enormes puertas de madera, las abrió y abrió una puerta que había en el fondo.

—Solo tomaré unas copas —carraspeo la pelirroja—, aquí no ha pasado nada y... no olviden usar condón.

— ¡Mamá!

— ¿Qué? Salva de mucho.

Sonreí antes las palabras y el hombre volvió con una botella de vino en las manos. Cerró las puertas y se me quedó mirando, no nos habíamos movido de la posición en la que estábamos. Entonces las manos de Lucrezia, me aventaron apartándome de ella y bajando de un salto.

—Papá.

— ¿Sí? ¿Quieres que lo eche?

—No —negó de inmediato—, no es eso. Mi motocicleta sigue en su camioneta.

—Ah, era eso...

—Pide ayuda a uno de los hombres —mí futura suegra tomó a su esposo del brazo—. Ahora mismo tú y yo tenemos cosas que atender —sonrió de un modo hermoso—. Buenas noches, hasta luego.

Se marcharon por donde llegaron y me volví a acercar a mi chica rizada.

— ¿Y bien, en qué estábamos?

—En que ya te ibas —su tono había cambiado completamente—. Llamaré a alguien para que...

La tomé del brazo y la giré pegándola a mi cuerpo.

—No me iré de aquí sin una respuesta.

—No hay nada que responder —su voz era impasible—. Te conozco hace unos días, no voy a salir con alguien que no conozco, mucho menos que...

—Hemos cogido toda la noche, muñeca, no puedes decir que no me conoces porque creo que contaste veintisiete tatuajes en mi cuerpo si mal no recuerdo.

—Veintiséis —sonreí—. Pero eso no tiene nada que ver —negó—. No sé quién eres realmente, cuáles son tus intenciones y el sexo no es nada.

—Sabes quién es mi padre, te lo conté, ya sabes a que he venido a hablar con tu padre, que es caso perdido, pero sabes quién soy —acaricié su mejilla con mi mano libre—. Conocer nuestra personalidad, es un proceso que quiero llevar acabo.

Dulce explosiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora