27 Una oportunidad

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BUEN DÍA ESTEN TENIENDO MIS QUERIDOS LECTORES...

HOY NO TENGO NADA QUE DECIR

LOS LEO CON AMOR


No voy a negar que la felicidad que sentía en estos momentos era inmensa, tan inmensa como el dolor en mi pecho y las ideas en mi mente

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No voy a negar que la felicidad que sentía en estos momentos era inmensa, tan inmensa como el dolor en mi pecho y las ideas en mi mente.

—Tu padre casi me mata —susurra cerca de mí—. Ese puño me ha lastimado.

—Un puño es lo mínimo que mereces —no lo miraba, solo miraba a mi bebé en el cunero—. Has mentido una vez más. Y sé que tienes historia antes que yo, pero esto era algo que no podías ocultar.

—Te juro que no lo sabía —acarició mi cabello con dulzura—. Esperó hasta hace un par de días para decírmelo. No puedo dejarla.

Busqué a mi madre, pero ya no estaba ahí. Había salido. Necesitaba su ayuda, necesitaba que lo alejaran de mí para poder pensar las cosas, para poder asimilar todo lo que se me estaba viniendo encima.

Mi bebé iba a necesitar cuidados especiales, es prematuro.

Mi novio tiene una hija que es dos días mayor.

Mi ex novio seguía vivo.

Y eran dos bebés que iban a necesitar a su padre.

Mi hermano se iría a Rusia, probablemente la pelirroja seguiría sus pasos, a menos que decidiera tomar el mando de 'Ndrangheta y ser la próxima sucesora.

Mi mente se bloqueó de todo en ese instante, me quedé concentrada en mi pequeño y que iba a su cunero, con la cinta en su muñeca con mi nombre, su talla y la hora de su llegada.

Desperté en una habitación con la iluminación opaca, veía unas cortinas blancas y sentía frío. Miré a mí alrededor y descubrí que seguía en el hospital.

— ¿Mamá? —Susurré, sentía los labios secos—. ¿Papá?

Estaba temblando.

—Aquí estoy, amor —la voz de mamá llegó y la busqué, hasta que vi su rojo cabello—. ¿Necesitas algo?

— ¿Dónde está mi bebé? —Intenté levantarme, pero dolía demasiado mi cuerpo y moría de frío—. Mamá.

—Todo está bien, cielo —sentí una manta cubrir mi cuerpo y el calor era envolvente—. El médico dijo que tendrías frío por la anestesia. El pequeño sigue en la incubadora, pero está bien, no tienes que preocuparte.

Acariciaba mi cabello y mi cabeza con dulzura.

Cerré los ojos y escuché unos golpes en la puerta.

— ¿Dónde está...?

Dulce explosiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora