11 Sorpresa

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La noche nos cubrió con su manto estrellado, reíamos y cantábamos en la playa mientras bebíamos alrededor de una fogata, hacía unas horas que mis padres se habían ido a casa (seguramente a coger como animales), mis primos estaban de visita y estáb...

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La noche nos cubrió con su manto estrellado, reíamos y cantábamos en la playa mientras bebíamos alrededor de una fogata, hacía unas horas que mis padres se habían ido a casa (seguramente a coger como animales), mis primos estaban de visita y estábamos alegres.

—Dante, ya suéltala, no puedes comértela en la playa —mi hermana gritó entre risas—. ¡Pareces una maldita sanguijuela!

Mis tíos habían llegado de Inglaterra y Dante venía con su novia de años, Alessa. Pasarían unas semanas aquí.

—Uno no puede estar peor que Lu —Leon habló y le lancé un puñado de arena—. La concha se le va a pudrir ahora que su noviecito se fue.

—Lo dice el enamorado de la lunática —Leah le contestó, pero ya estaba ebria.

— ¡No! —Le grité a mi hermano antes de que la quisiera golpear—. Está ebria...

Los tres soltamos una carcajada.

Al calmarnos, comencé a forjar un porro y lo encendí, dejando que el humo quemara mi garganta y disfrutando de la sensación de relajación que causó en mi sistema.

Al menos podía divertirme con excesos con mi familia, siempre estábamos seguros y papá dejó hombres para cuidarnos y escoltarnos de regreso.

—Ahora la puta guitarra, ¡No!

Dante había comenzado a ponerse a tocar la guitarra y a cantar de un modo ridículamente romántico y que enamoraría por completo a su chica.

Alessa siempre fue una chica sencilla, la conocíamos desde niños y era heredera de una familia en Gran Bretaña, así que mi tía debió conocer a sus padres.

Siguieron tomando, divertidos, pero yo me detuve. Me acerqué a mojar mis pies en la orilla del mar, necesitaba despejar mi mente y me senté cerca pero sin mojar mi ropa.

— ¿En que piensas? —El acento marcado llegó a mí.

—Nada —contesté y mi teléfono vibró.

Mi rostro se iluminó al ver el remitente y sonreí como estúpida al leerlo.

"El sol brilla y lo odio, tus rizos lo cubrirían si estuvieras montada sobre mí..."

—Para que tu rostro se ilumine así, debe ser alguien demasiado importante —bloquee el teléfono y la miré—. Ese no es tu antiguo novio — ¿cómo lo sabía? —. Jamás actuaste así con él o cuando te escribía.

—Esta zorra rizada —Leah me abrazó por los hombros—. Se ha encontrado a un puto ruso que la ha hecho andar de buenas estos días.

—Leah —hable molesta—. Cállate.

— ¿Ruso eh?

—Volkova, para ser exactos y su amigo, es un bombón lleno de tatuajes que coge delicioso y me llevó al cielo —estaba demasiado ebria ya para darse cuenta de lo que decía.

Dulce explosiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora