Lucrezia Farina es una chica amada por sus padres y sus hermanos, pero goza de la vida nocturna en las calles.
Alexei Volkova es un caballero romántico y tranquilo que es arrastrado por su mejor amigo a la vida nocturna.
Un encuentro, conflictos de...
ESTA VEZ, NO TENGO MUCHO QUE DECIR, SOLO QUE ACERQUEN PAÑUELOS, PORQUE ANDO HORMONAL Y ESTE CAP ME HIZO LLORAR...
LOS LEO CON AMOR SIEMPRE 💋
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Estaba completamente loca si creía que estaría con ella por un bebé.
— ¿Dónde está mi madre?
—En su recamara.
La empujé a un lado y me dirigí a las escaleras para ir con ella.
Mi corazón estaba demasiado acelerado, solo tenía que comprobar que estaban solas para que pudieran entrar los demás hombres.
—Madre —me paré en el marco de la puerta y la vi recostada en su cama.
—Alex —no se levantó—. Gracias por venir, hijo.
Algo no estaba nada bien, estaba asustada, pero contenía el llanto. Ni siquiera extendió sus brazos para abrazarme o hizo el intento por correr a mí.
— ¿Qué te ha hecho? —Di un paso y me detuvo.
—No, no camines más —sonrió triste—. Yo... estoy bien, solo —bajó mucho la voz—. Necesitamos a un experto en bombas.
¡Carajo!
—Te juro que voy a matarla.
—Tiene un bebé, no puedes hacer eso —se tornó seria—. Tienes que ser responsable de tus actos.
—Mi hijo y mi mujer me esperan —solté—, en Italia.
—Qué triste que no me veas de ese modo —giré para verla—. Desde la última vez que te vi, intenté decírtelo, pero me echaste.
La luz de la habitación me permitió ver bien su apariencia. Tenía un control con un enorme botón azul. Su rostro tenía el maquillaje corrido por las lágrimas que bajaban por sus mejillas.
—Yo quería tener una vida perfecta a tu lado, Alexei. Incluso, tenía una casa para nosotros, porque no podíamos vivir con tus padres —negó—. Pero tenía que llegar esa chica, joderlo todo.
El grito que dio, cómo comenzó a golpear su cabeza. Ella no estaba bien.
Comencé a idear un plan para salir todos ilesos. Miré a mamá y señaló debajo de las mantas que cubrían su cuerpo, estaba rodeada de bombas.
— ¿Qué chica? —Mentí—. No sé de qué hablas.
—No estoy loca —me miró enojada—. Pero tienes razón, a estas alturas ya debe haber muerto a manos de su hermanastro y sus hombres.
— ¿Conoces a Franco? ¿De dónde?
— ¿Creíste que eras el único que sabía de las fiestas clandestinas? No olvides quien es mi padre, amor, conozco demasiada gente importante.
