Lucrezia Farina es una chica amada por sus padres y sus hermanos, pero goza de la vida nocturna en las calles.
Alexei Volkova es un caballero romántico y tranquilo que es arrastrado por su mejor amigo a la vida nocturna.
Un encuentro, conflictos de...
YO TENGO GANAS DE UN HOMBRE QUE ME BUSQUE ASÍ, ME CUIDE ASÍ, ME...
LES DEJO EL CAPÍTULO Y NO OLVIDEN QUE LOS LEO SIEMPRE CON MUCHO AMOR 💋
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Alexei
Subí las escaleras, no podía irme y dejar a Lucrezia así. La había extrañado demasiado, me estaba volviendo loco en su ausencia, necesitaba sentirla, acariciar su piel, sentir sus rizos entre mis dedos, que su aroma invadiera mis fosas nasales y poseerla de una manera salvaje.
No fue mi intención escuchar lo que hablaba con sus hermanos tras la puerta. El hecho de que Leah le contara la verdad a mi chica de que no fui yo a quien realmente vio, quien la engañó realmente no fui yo. Nada cuadraba de esa noche, puesto que estuve todo el tiempo con Leah y Nikolai.
Un enfermero entró y le pedí que guardara discreción al estar yo ahí, quería saber cómo estaba ese pequeño ser en su interior, sentir sus pataditas, quería estar con ella los meses que restaban de embarazo, había perdido mucho ya, no quería perder más tiempo con estupideces.
—Ese es su corazón —el hombre habló—, las dimensiones están bien para el tiempo de gestación, puesto que debería estar marcando ahora mismo veinticuatro a veinticinco semanas.
Malditas puertas sin nada de privacidad. Tendría que arreglar esto con Valentino. Aunque sea casa de seguridad, debe haber espacio personal.
— ¿Quiere saber el sexo?
— ¿Ya se nota? —Sonaba demasiado emocionada—. Sí, quiero saberlo.
—Bien.
Silencio.
Silencio.
Más silencio.
La ansiedad me mataba, yo tenía que estar ahí dentro con ella. No ese par de clones que...
—Es un niño.
Mi corazón se detuvo completamente...
—Ahí, mire, está perfectamente claro.
Silencio total.
Después un sollozo me hizo volver a la realidad, estaba llorando de emoción, su hermana daba grititos entusiasmados al tiempo que su hermano la callaba con voz ronca.
—Señor Volkova —una voz me interrumpió y vi al hombre calvo de abajo—. Buen día.
—Tú —lo tomé del cuello de la camisa con fuerza, a él le sonreía, a él le mostraba alegría y confianza—. Por culpa de ustedes.
