EL PRIMERO
INSOLENTE. Desagradecida. Le ofrezco la opor- tunidad de ser la madre de una nueva raza, de ser la reina de todo...
¿Pero me lo agradece? ¿Se inclina y se arras- tra como debería hacerlo?
No, me escupe en la cara. Se me calienta el rostro con solo recordar el insulto.
Mi madre le habría cortado la cabeza.
Pero mi madre se ha ido.
Me encuentro con una manada de ciervos en la pradera de matorrales. ¿Giselle cree que mo- rirá de hambre? Soy su proveedor y la obligaré a alimentarse si es necesario.
El rostro de mi madre aparece de nuevo en mi mente y abro la boca, liberando las llamas del infierno desde el interior. El ciervo no tiene posibilidad alguna.
Fracaso.
La palabra me resuena en la cabeza junto al rostro de mi madre. Ella me acusó de ello con bastante frecuencia.
-¿Cómo te atreves a ser un fracaso? Eres mi hijo y el hijo del Rey. Uno de los últimos nacidos vivos entre los Dragones. Y, aun así, me humillas trayendo a casa las segundas mejores notas de la Academia y el trofeo del tercer lugar en ejercicios militares. ¿Sabes cómo las otras ma- dres dragón se deben estar burlando de mí?
-Lo siento, madre. Cometí un error en ma- temáticas y mis alas se enredaron en el tercer turno...
El golpe en mi cara no fue inesperado. Sabía que tan pronto como viera las calificaciones y el trofeo, no saldría ileso de esta reunión con mi madre.
-No me des esas patéticas excusas. Sé por qué ha sucedido esto. Es por ese chico panadero de clase baja con el que has estado pasando el tiemplo. Bueno, ya no más.
Los ojos se me abren de par en par.
-No, por favor. No Peotr. ¡Él es mi mejor amigo! Estudiaré más. El doble de fuerte, įlo prometo!
-¿Acaso estás llorando? -me preguntó mi- rándome con disgusto.
Pero luego se sentó de rodillas a la altura de mis ojos.
-¿Tú me amas? Asentí con fervor.
-Bueno, si me amas, entonces nunca volverás a ver a ese chico.
Libero el fuego y observo al animal que he rostizado. Es poco más que hueso carbonizado ahora, pues había liberado las furiosas llamas sobre él durante demasiado tiempo.
Me doy la vuelta y miro al cielo, respirando con dificultad, el vapor de mi aliento empaña el aire fresco de la noche.
Esa fue la frase familiar de mi madre durante toda la vida:
Si me amas, harás esto o aquello.
Como si mi amor siempre estuviera siendo probado y tuviera que demostrarlo.
¿Y en esta prueba final?
Después de que ella asesinara a mi padre y se parara allí, frente a la asamblea, lista para matar a mi hermano, yendo tan lejos como para colocarme las espadas sobre las manos y ordenarme a llevar a cabo el acto...
¿Quién podría decir que incluso eso la habría satisfecho? Nunca fui suficiente. La prueba de lealtad nunca acabó. Incluso hasta el final, mi momento de locura le costó la vida a mi propia madre.
El momento de locura en el que finalmente conté la verdad.
Y demostré que ella tenía razón... Yo era el último fracaso como hijo.
Me froto con enojo las mejillas. No puedo cambiar el pasado. Pero todavía recuerdo las lecciones que ella luchó tanto por enseñarme. El sentimentalismo es para los débiles.
Pronto seré el gran Rey, incluso mejor de lo que ella podría imaginar.
Y luego me doy la vuelta para asechar a otro ciervo, saltando en vuelo y tomándolo mientras huye; no hay rival para mí.
//Doble episodio solo por qué he estado ausente
ESTÁS LEYENDO
mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)
Science FictionQue las dos mejores amigas de Giselle se hayan enamorado de dos extraterrestres híbridos y estén viviendo su felices por siempre en las instalaciones del Rey no significa que Giselle se sienta excluida. Ambas dieron a luz a sus bebés con alas mitad...