GISELLE
ME DESPIERTO en una celda estrecha. Una celda en una nave espacial extraterrestre.
—Ximenaushanax —llama alguien y miro hacia arriba, manteniendo la cabeza gacha, pero tratando de ver lo que me rodea.
El mismo metal del transbordador cubre las paredes... ese extraño metal gris reluciente que parece que alguna vez pudo haber sido plateado. Y al igual que en el transbordador, aquí también se desprende de las paredes; todo el equipo que efectivamente es mucho más avanzado que cualquier tecnología terrícola también luce viejo y desgastado.
Aun así, Dracis de todos los colores manejan los aparatos en la habitación, trabajando eficientemente en las pantallas brillantes y en los paneles de plasma. Con las garras, tocan los hologramas brillantes que aparecen sobre cada estación.
Ximenaushanax ocupa un lugar central en la sala que ahora me doy cuenta que se trata de una especie de centro de mando. Ella es la Draci que me secuestró.
Es alta, con escamas de color oro rosa y de nariz chata. Cuando habla, los afilados dientes le brillan con la extraña y pálida luz que ilumina la habitación desde los faroles incrustados en el techo.
Toca un dispositivo en su brazo y la próxima vez que habla, se le proyecta la voz a través de altavoces que imagino que llegan a toda la nave.
—El momento ha llegado. Ya no tendremos que permanecer en esta nave ataúd sobre el cielo. Es hora de aterrizar en nuestro nuevo planeta y reclamar nuestro legítimo hogar. Si las alimañas de allá abajo intentan negarnos lo que es nuestro por derecho, jlos haremos retroceder con nuestro poder superior! ¡Haremos llover fuego sobre ellos como nunca antes lo habían visto!
—Ximenaushanax —dice alguien de nuevo y ella gira la cabeza, molesta.
Toca un dispositivo que lleva en la muñeca y sisea:
—¡Me estoy dirigiendo a mis semejantes! ¿Qué puede ser de tanta importancia?
La Draci que acaba de entrar en la habitación agacha la cabeza. Es de color azul, igual que Ezo, y más pequeña que la mayoría de los demás en la habitación. Solo puedo notar que es una mujer por la cresta más pequeña en la parte superior de la cabeza.
—Me disculpo, comandante Ximenaushanax, es solo que Thraxahenashuash El Primero, se ha aterrizado con un transbordador y exige una audiencia con usted.
¿El Primero? ¿El Primero está aquí? ¿Cómo? Intento no hacer algún movimiento ni llamar la atención, pero Ximenaushanax gira la cabeza en mi dirección antes de volverse hacia la intrusa Draci.
—¿Con qué transbordador? Yo tomé el suyo.
La Draci en la puerta inclina la cabeza.
-—No lo sé, comandante. Lo único que sé es que ha llegado y no solo exige hablar con usted, también dice que lo ha traicionado y que exige el Rito Ceremonial de Combate por el cargo de comandante.
Toda la sala reacciona a las palabras y la Comandante X luce enojada.
Bueno, los Draci en su forma original siempre lucen intimidantes y enojados, pero si los ojos entrecerrados y el vapor que ahora sale de sus fosas nasales son un indicador de algo, está realmente enojada.
—¿Eso quiere? —grita la Comandante X y luego mira a los espectadores en la sala —. Bueno, tendrá que esperar. Estamos a punto de embarcarnos en una misión que no puede esperar...
-Ruego por su perdón, oh gran comandante, pero él dijo que, si usted decía eso, debía recordarles a todos los que estuviesen a bordo que rechazar su derecho a solicitar el Rito Ceremonial de Combate es ir en contra de todo lo que un Draci es. Dijo que, si descartamos las viejas costumbres ahora, ¿entonces por qué estaríamos luchando en este nuevo hogar?
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mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)
Science FictionQue las dos mejores amigas de Giselle se hayan enamorado de dos extraterrestres híbridos y estén viviendo su felices por siempre en las instalaciones del Rey no significa que Giselle se sienta excluida. Ambas dieron a luz a sus bebés con alas mitad...