EL PRIMERO
NO PUEDE TERMINAR ASÍ.
No después de todo lo que he hecho para llegar aquí.
No después de pensar lo peor de mi amada y volar durante dos horas sin cesar hasta el complejo palacio de mi medio hermano.
Aterricé en el centro del patio y de inmediato fui rodeado por los soldados. Fue un movimiento tonto, pero en todo lo que podía pensar era en recuperar a mi pareja.
Los soldados de mi hermano no lucharon contra mí de la forma antigua y honorable. Me lanzaron una red como si fuera un perro rabioso.
Los ataqué con el fuego Draconis más ardiente que tenía, pero retrocedieron y la red de acero era a prueba de llamas. Aún mejor, instalaron un sistema para tirar de la red cada vez más fuerte, hasta que me atrapó con firmeza como a cualquier bestia vizzek en Draci.
Fue humillante, sobre todo cuando imaginaba a mi pareja mirando en ese estado al padre de sus hijos.
Con la excepción de que cuando mi hermano por fin se acercó a mí y habló, estaba confundido por mis exigencias de que presentara a mi pareja. Al principio, pensé que me incitaba a torturarme, pero cuando su pareja voló desde el palacio, exigiendo saber dónde había retenido a su mejor amiga, la verdad del asunto me impactó.
Mi pareja no se había alejado de mí, ni había intentado contactar a su amiga. Shak tampoco la había rescatado ni había tomado el transbordador.
No, el transbordador perdido solo podía explicarse de una manera... fueron mis propios aliados los que me habían traicionado. Por supuesto que lo hicieron. En primer lugar, a Ximena nunca le serví de mucho, y ahora que tenía a mi descendencia no me necesitaba en lo absoluto.
He estudiado la guerra. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Así que le hice una oferta a mi hermano. Una que solo estuvo dispuesto a aceptar con su pareja presente, rezongándole en el oído sobre Giselle. Al menos teníamos ese interés en común. Y, por supuesto, el rey Shak, gobernante de todos los Draci, tenía un transbordador preparado.
Ahora, mientras miro los furiosos ojos de Ximena, una Draci de una generación más joven que mi madre pero una generación mayor a mí, veo como la ambición le brilla en los ojos junto con la alegría de derrotarme. Me burlo.
Es cierto, ella es fuerte. Apenas he podido luchar contra sus avances y sí, sos- tiene la espada asesina que arde con llamas azules a pocos centímetros de mi garganta.
Pero sé algo que ella no sabe.
Así que me burlo de ella y le muestro los afilados colmillos.
Gruñe y apoya el peso en la espada. Se hunde un centímetro más cuando, de repente, fuera de mi visión periférica, veo a un Draci que intenta volar cerca del círculo de batalla. ¿Qué están haciendo? Todos saben que hay una esfera alrededor del círculo de batalla para que nadie interfiera...
-Primero, ¡no!
La voz familiar de Giselle gritándome casi me cuesta la concentración y por poco, Ximena toma la delantera.
Pero ella también se distrae, especialmente cuando Giselle intenta volar hacia la esfera y la golpea una explosión de chispas azules.
Es solo tras un siglo de endurecimiento de mi corazón que puedo tomarme un segundo cuando Ximena se distrae para observar lo que sucedió. Giro para zafarme y tiro de la espada, colocándosela detrás de la espalda. Solo entonces miro para asegurarme de que mi amada se encuentre bien.
Giselle al menos se mueve. Se lleva una mano a la cabeza, pero está sentada. La barrera solo debió aturdirla. Dirijo toda mi atención de nuevo a Ximena, sabiendo que un segundo de atención era todo lo que tenía.
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mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)
Science FictionQue las dos mejores amigas de Giselle se hayan enamorado de dos extraterrestres híbridos y estén viviendo su felices por siempre en las instalaciones del Rey no significa que Giselle se sienta excluida. Ambas dieron a luz a sus bebés con alas mitad...