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EL PRIMERO

MIRO FUERA de la ventana del palacio hacia la avenida repleta de Dragones que intentan llegar a las naves de salvación antes de que sea dema- siado tarde. Luego me dirijo hacia mi madre.

-¿Por qué no dejas entrar a más? Aún tene- mos miles de cápsulas de hibernación que po- drían caber en las naves.

Miro de nuevo la horda en el camino. Está oscuro afuera. Ahora siempre está oscuro, ex- cepto por unas pocas horas de luz débil por la tarde. Las temperaturas bajo cero dejan a tan- tos cadáveres sobre las carreteras como los que aún se abren camino para llegar al palacio y las naves.

Mi madre me mira con extrañeza.

-Abarrotarían las naves. Ya tenemos a quienes importan y a suficientes de las castas inferiores para apoyarnos durante el viaje.

No sé cómo mi madre aún tiene la capacidad para sorprenderme. Tanto como yo por ser el hijo obediente. Pero esto... no puedo quedarme callado sobre esto.

-No, madre. No podemos...

Ella me abofetea.

Es más baja que yo por unos centímetros, pero puso todo su peso en el golpe y yo me tam- baleo hacia atrás.

-¿Acaso quieres quedarte atrás? -me con- testa.

-No lo harías. Soy tu único hijo.

Pero incluso mientras lo digo, lo pienso. No es como si me hubiese mostrado mucho cariño a lo largo de los años. No estoy seguro de que tenga la capacidad de amar. Le doy el prestigio político al ser uno de los últimos bebés en nacer, y yo seré el próximo rey.

Pero sería bastante fácil decir que hubo un malentendido entre la confusión del éxodo y que me quedé atrás. Probablemente podría con- vertirlo en un gran acto de heroísmo, todo para quedar bien sobre sí misma y ganarse la simpa- tía. E incluso más poder.

Pero luego su rostro cambia y me abraza.

-Lo siento, hijo mío. Estos terribles mo- mentos nos han puesto a todos nerviosos.

Ella se aparta de mí, sosteniéndome por las mejillas. La mejilla que aún me duele por el golpe.

-Sabes que te necesito ahora más que nunca. Conspiran en contra de nuestra familia. Eres el único en quien puedo confiar. Por favor. Te necesito a mi lado, sin cuestionarme.

Es perversa. Está tratado de manipularme. Es todo lo que hace. Incluso sabiendo eso, me inclino hacia ella.

Es mi madre. Todavía quiero su amor, in- cluso cuando todavía sospecho que no es capaz de dármelo. Busco sus ojos con los míos.

-No estoy cuestionándote. Pero algún día seré rey, ¿no es así? ¿Debería permanecer en silencio al ver algo que creo que es una injusti- cia? No llevaré esto a la asamblea. Lo estoy ha- blando contigo para que permanezcamos como un frente unido.

Mi madre asiente y suaviza la mirada.

-Tienes razón. He sido tu madre durante tanto tiempo que es difícil para mi ver cómo te conviertes en un Dragón adulto. Y quizás pode- mos considerar tu propuesta e incluso llevarla ante tu padre.

Se me hincha el corazón con sus palabras. Quizás las cosas realmente podrían empezar a ser diferentes.

Ella da un paso atrás y me hace un gesto hacia la puerta.

-Pero vamos, primero nos necesitan en la inspección de algunas de las cápsulas de hiber- nación que acaban de ser instaladas en el ala este.

Caminamos en un agradable silencio hacia la parte trasera del palacio y la enorme zona cercada donde se han construido las tres naves de salvación. Las luces eléctricas encendidas iluminan el enorme patio y los Dragones corren de un lado a otro. Es una colmena de trabajo.

mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora