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GISELLE

EL REGRESA a la casa una hora más tarde y arroja sobre la mesa un trozo de bistec a la pa- rrilla. Seré honesta: huele increíble.

Pero luego le doy un vistazo al Primero y se me revuelve el estómago. Está cubierto de sangre.

-¿Qué diablos sucedió? le digo mientras me pongo de pie en un salto. ¿Te encuentras bien?

-¿Qué?

-La sangre!

Solo entonces El Primero se mira a sí mismo. Luego se ríe.

-Es solo por lo que cacé-dice haciendo un gesto hacia el bistec.

Cualquier apetito que tenía ha desaparecido oficialmente.

-Espera, quieres decir que saliste y... ¿y mataste a esa cosa?

-Ahora no tienes que morir de hambre. Me llevo las manos al estómago y retrocedo.

-Lo siento, pero no puedo.

Él entrecierra los ojos, que lucen más ame- nazadores ahora que su rostro está cubierto de sangre.

-Come-me ordena con una voz que no ad- mite discusión.

-No, gracias.

Se acerca hacia mí, acechándome con esa forma depredadora que tiene.

-¡Dije que comas!

-¡Soy vegetariana! le digo levantando las manos.

También es verdad. Bueno, no lo era, pero después de esto, definitivamente soy vegeta- riana.

-Entonces supongo que te morirás de ham- bre-me gruñe a la cara y yo me encojo con los ojos cerrados, temblando al percibir su rabia.

Sin embargo, en cuestión de segundos se ha marchado otra vez y luego de un momento es- cucho el chic, chic, chic que significa que se ha ido de verdad.

Exhalo y me dejo caer en el sofá, pero solo por un momento.

Será bueno si continúo alejándolo de la cabaña. Porque entonces me levanto y busco el pesado sujeta libros.

DESPUÉS DE GOLPEAR las cadenas durante una hora, me encuentro totalmente exhausta. Todo lo que he comido en las últimas cuarenta y ocho horas son algunos canapés y mini quichés, además de los pocos bocados de pan tieso que comí cuando llegué aquí.

No es exactamente el mejor combustible para hacer ejercicio cardiovascular sin parar. Aun así, muevo los brazos hacia atrás con fuerza y dejo caer el pesado sujeta libros de nuevo.

Solo una vez más.

Bang.

Nada.

Vamos, solo uno más.

Bang.

Vaya, tengo los brazos como unos fideos. Nunca lo voy a lograr. Quizás me equivoqué y la parte fundida no sea la más débil, sino la más fuerte. Tal vez tenga algo que ver con el fuego del dragón extraterrestre. Pero no puedo em- pezar de nuevo en un lugar diferente. Simple- mente no puedo. Ya estoy comprometida.

Las lágrimas me caen por las mejillas. No tengo más nada en mí. No puedo levantar este maldito sujeta libros una vez más. Entonces re- cuerdo al Primero cubierto de sangre, enojado y rugiéndome. Me dejo caer contra la pared.

Y luego pienso en cómo me excité cuando me tocó. Grito de furia, levanto el sujeta libros hasta lo más alto y lo vuelvo a dejar caer una vez más.

La cadena se rompe en la soldadura.

mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora