🄲🄰🄿🄸🅃🅄🄻🄾 4 (escenas subidas de tono)

378 37 0
                                    

EL PRIMERO

NO QUERÍA HABLAR de esto esta noche. No estaba mintiendo. He tenido un día muy largo. Tratar de acorralar a los bandos que aún están en la nave, es como intentar arrear bandadas de aves anzi de regreso a Draci... preferirían arran- carte la cara antes de tener que escucharte.

Sé que las mujeres Dragones tienen la intención de traicionarme a la primera oportunidad, pero en este momento, todos los Dragones necesitan una cosa más que cualquier otra: niños. Los niños serán nuestra mayor divisa de poder. El poder estará en manos de quienes los tengan y los controlen.

Para preservar nuestra raza, debemos tener tantos como podamos y lo más rápido posible.

Desafortunadamente, el emparejamiento dragón es de por vida. Pero el fin justifica los medios y esto es un juego de números. Debo embarazar a tantas mujeres humanas como pueda.

Una hazaña que habría sido mucho más fácil si mi transición hubiera resultado tan bien como la de mi hermano.

Pero soy un monstruo; ni humano, ni Dragón. Así que no puedo engañar ni seducir. Debo capturar y someter.

Empezando por esta mujer, que incluso ahora se encuentra a menos de un ala de distancia.

Puedo escuchar como respira ansiosa. Cuando huelo, percibo su miedo. Imagino como el corazón le late rápidamente. Es igual a cuando solía cazar presas hace muchos muchos años atrás, como Dragón. ¿Es eso lo que estoy haciendo? ¿Cazando a estas mujeres?

Una ola de nauseas me recorre al pensarlo. Porque al final de cada cacería, todo acababa con fuego o con una espada asesina y regresaba empapado en sangre.

Niego con la cabeza, una reacción visceral que me llega a las entrañas.

No. Mía.

Esta mujer es valiosa. La he traído de vuelta a un lugar seguro y la tendré escondida aquí. Nadie más podrá tenerla, y lucharé contra cualquiera que intente apartarla de mí.

Ella vuelve a mirarme por encima del borde del sofá.

—¡Nunca me acostaré contigo!

Me incorporo rápidamente y ella retrocede hacia el brazo del sofá. Me tiene miedo. Siento un vacío en el estómago. No me gusta que sienta miedo de mí.

Y luego estoy enojado por el hecho de que aquello me importe. Esta mujer es nada para mí. No sé qué tonterías estaba pensando hace unos momentos. Ella es solo un medio para un fin.

—Vas a dormir. Es tarde y estarás cansada.

—¿Qué...? Eso no es lo que quise decir. Quise decir que nunca voy a... a...

Frunce los labios y luego con una mirada desafiante me grita:

—Nunca voy a follar contigo.

Follar.

Esta palabra humana se traduce perfectamente en una palabra Draci. Cux.

No puedo evitar mi reacción. No cuando una palabra como esa sale de sus lindos, carnosos y rosados labios. Mis erecciones comienzan a descender desde el lugar donde suelen estar guardadas.

Si pensaba que los ojos de esta humana es- taban abiertos de par en par antes, no es nada comparado a los platillos en los que se convierten mientras observa las erecciones descender y luego endurecerse. ¿Cómo podrían no hacerlo con ella mirándolas de esa forma?

Como el primer hijo del Rey, rara vez me faltaba compañía femenina si la deseaba. Pero las mujeres Dragón follan como utilizan cualquier otra arma en su arsenal de manipulación, y a menudo no vale la pena. Algunas veces tomaba los suplementos de supresión para no tener que molestarme con la distracción de los impulsos.

Pero tener a esta delicada criatura ante mí... De repente me es tan apetitosa como ninguna otra mujer lo ha sido antes.

Y soy yo quien se aleja de ella, pues no es así como deba ser.

Se supone que follar sea solo funcional. No por placer. Bueno, no lo hare desagradable para ella, pero solo porque no soy un monstruo, sin importar si me parezca a uno o no. Hablaba en serio. No lastimaré a una mujer.

Pero para mí, es solo un objetivo militar. En- contrar un campo fértil. Implantar la semilla. Seguir adelante y encontrar otro...

Extiendo la lengua y me estremezco cuando su aroma me invade.

Aún tiene miedo, pero hay algo más en el aire.

Mi mano reacciona y le sujeto la pierna. Ella chilla, pero no la dejo ir. No puedo dejarla ir. Me inclino y lamo la cara interna de su muslo.

Y me estremezco cuando percibo el aroma más dulce que he encontrado en mis trescientos años de existencia.

Tiro de sus caderas para acercarla más a mí.

—Espera, ¿qué estás haciendo? —dice golpeándome la cabeza. ¡Detente!

—Tu olor —jadeo recorriéndole con la mirada el cuerpo hasta llegar a su hermoso rostro.

¿Por qué no me di cuenta de cuán ingeniosamente estaban formados sus rasgos antes de ahora? Tan pequeños y delicados.

Frunce el ceño.

—Oh mierda —susurra—. Juliet me advirtió sobre esto. Deja de olerme. No quiero tener sexo... no quiero follar ahora mismo. Si conti- núas, me estarás violando. ¿Acaso eres un violador?

La suelto y retrocedo.

También tenemos esta palabra en Dragón. Está reservada solo para los más inmundos y enfermos mentales de nuestra especie.

—Jamás te violaría.

Ella suspira aliviada, luego aprieta la mandíbula y me mira.

—Entonces nunca me tendrás, porque nunca follaré contigo voluntariamente.

—Eres MÍA —le gruño a la cara porque está equivocada—. Ahora eres mía.

Y luego, como no puedo soportar un segundo más en presencia de ese aroma embriagador, me quito la cadena que llevo alrededor de la cintura y la envuelvo alrededor del radiador; luego, manteniendo el rostro apartado al de ella, cierro la puerta detrás de mí y camino hacia la noche. Mis alas me atrapan y me elevan hacia el cielo oscuro.

mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora