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CAPÍTULO 6

EL PRIMERO

IDIOTA. ¿Por qué no me apareé con ella? Estaba húmeda y lista para mí. He hecho un sinfín de estudios sobre la fisiología de las mujeres humanas y sé que debería haberlo hecho; no la habría lastimado.

No debí detenerme a preguntar. Debí sangrar aún más para que mi propio deseo superara cualquier duda que tuviera.

El fin justifica los medios. Necesito un hijo. Lo que piense ella sobre el asunto no tiene importancia.

Vuelo más rápido, con la esperanza de que los kilómetros entre nosotros silencien el canto de sirena tanto en mi miembro como en mi mente.

Pero todavía puedo saborearla en mi lengua. Puedo sentirla estremecerse mientras la llevo al clímax una y otra vez. Rindiéndose ante mí. El dulce sabor de su carne, más suave y delicado que cualquier otra cosa que haya tocado o probado en todo el tiempo de este universo.

El deber estaba tan claro ante mí. Mi camino está tallado en piedra.

Pero ahora estoy bajo el agua. El camino ha sido borrado y no sé qué dirección tomar.

Sí, tú puedes.

La voz en mi cabeza suena igual a la que tenía mi madre para consolarme.

Has nacido para la grandeza. Has nacido para

ser rey. El poder es la única moneda que importa.

La niebla parece aclararse. Sí. Poder. Eso es lo que importa. Conocer a mi pareja puede haber cambiado las cosas. Me equivoqué al pensar que podría romper milenios de tradición Dra- gón y tener a más de una fémina. Hay una razón para nuestras tradiciones. Creo que ahora solo somos capaces de aparearnos con una sola mujer, una vez que hayamos encontrado a nuestra verdadera pareja.

He escuchado cuentos al respecto; sobre los viejos instintos de acaparamiento reviviendo en cuestiones de pareja. Giselle debe ser mía y solo mía, no tendré a alguien más.

Pero ella puede darme muchos hijos. Es fértil y también es una candidata genética ideal para la maternidad. Todavía puedo ser un rey poderoso con ella a mi lado. Solo requerirá de un poco de paciencia. Pero soy Draci. Somos un pueblo antiguo y nunca nos ha faltado la paciencia.

Reduzco la velocidad cuando llego a los arbustos donde escondo la nave y aterrizo, trotando unos cuantos pasos desde donde me impulso. La nave está oculta, pero he estado aquí bastante a menudo; sé dónde está la entrada y sé que debo levantar la mano hacia el escáner biométrico. Pronto la puerta se abre y doy un paso al interior.

Todo está como lo dejé. Es una nave antigua. El pyrthithium en las paredes se cae a pedazos y la consola es de varias generaciones atrás. Fue lo mejor que la resistencia pudo hacer, considerando las circunstancias. Tuve suerte de conseguirla y escapar junto a los soldados que me custodiaban en el exilio.

Me acerco a la parte delantera del transbordador y me siento, hundiendo las manos en la

consola de plasma.

—Conectar con Draci III, sublínea 3.2.8.

Espero a que la computadora nos conecte.

—Conexión establecida —dice la computadora.

Pero todavía hay silencio del otro lado de la línea. Sé que puede tomarle un tiempo a Ximenaushanax en ponerse en línea.

Lo que estamos haciendo es una traición; cargando con una sentencia de muerte después de todo. Requiere el mayor secreto y delicadeza. Pero, aun así, ella espera mi llamada, y solo pasan unos minutos más antes de que escuche su voz siseante por la línea.

—¿Lo has logrado?

—Tengo a la mujer -le confirmo.

—¿Ya has implantado tu semilla en ella?

Me pongo rígido, aliviado de que no pueda verme.

-Pronto.

—¿Qué quieres decir con pronto? —contraataca—. Si la has tomado, ¿por qué no has implantado la semilla en ella?

—No cometeré violencia en contra de una mujer. No es nuestra costumbre.

Ella se burla.

—Tu hermano cometió violencia no solo contra nuestra amada Sacraasu, la sagrada Reina, sino también contra su hermana. Fueron asesinadas. Él haría lo mismo conmigo o contigo si descubriera lo que tramamos.

—Eso es diferente.

Giselle no busca asesinarme constante- mente, como mi madre y su hermana Siccua sí lo hicieron con aquellos que las mataron.

—Esto es la guerra sisea-. Los fuertes saben que lo que se debe hacer en la guerra son cosas que los débiles no pueden soportar en tiempos de paz. Pero son nuestros sacrificios los que traen la paz. Pensé que era un líder.

Cada palabra que dice solo hace que mi furia arda aún más.

-No me cuestiones a mí ni a mis métodos. Plantaré mi semilla y lo haré pronto. Pero se hará a mi manera. Valoro tu apoyo, pero no olvides que eres tú quien me apoya en esto. Yo seré tu Rey. No pretendas reprenderme como a un niño.

Hubo silencio, y luego:

-Perdóneme, mi futuro rey.

La voz de Ximena es toda falsedad. Ella es una víbora, una de las útiles. Cuando ascienda a mi legítimo trono, siempre tendré que cuidarme las espaldas de ella.

—¿Cómo van las cosas por tu lado? —le pregunto intentando que el cansancio no se refleje en mi voz.

—Cada día reunimos más a nuestro bando. Todo el mundo se cansa de estar en estas naves sepulcrales cuando sabemos que hay un abun- dante y exuberante planeta al alcance de la mano.

Miro por el parabrisas delantero del transbordador al paisaje del planeta. Incluso en este lugar desolado, donde las plantas apenas crecen, exuberante es la palabra que lo define en comparación con nuestro amado Draci en su fin: cubierto de hielo y terriblemente frío cuando nuestro sol se obscureció y finalmente, se apagó.

Este planeta es nuestra segunda oportuni- dad. Está mal que mi hermano obligue a nuestros hermanos a permanecer en el frío y árido espacio mientras se posee una riqueza tan generosa. Nuestra raza es superior a la de los humanos... Nosotros vivimos por más tiempo, tenemos cuerpos más sanos y cuidaremos más del planeta... y después de todo lo que hemos sufrido, merecemos esta tierra.

Gobernaremos a los humanos con benevolencia.

Pero tomaremos lo que nos merecemos.

—Pronto comenzará la revolución, Ximena. Todas las piezas están casi en su lugar.

mi bestia extraterrestre (extraterrestres darcy 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora