Nattawin decidió que lo mejor sería empezar el lunes con una ofrenda de paz. Tal vez unos bollos recién hechos calmaran las aguas con Mile.
Sabía que él a veces se escapaba por la mañana para comerse un dónut de la pastelería de enfrente de la oficina. No estaba seguro de que su plan fuera a funcionar, pero al menos tenía que intentarlo.
Entró en el bullicioso y animado local, en el que flotaban olores celestiales a canela, chocolate y café. Era un lugar cálido y acogedor, donde parecía que la gente se sentía feliz. Entonces pensó en Mile. ¿Sería por eso por lo que le gustaba ir allí? ¿O se sentía fuera de lugar?.Nattawin sabía muy bien lo que era sentirse así, empezando por su familia. Era el menor de seis hermanas y la único chico. Se podría decir que había estado fuera de lugar desde el principio. Al parecer, su madre
siempre había querido una niña, pero su padre se había opuesto a la idea de tener más hijos. Ya había muchas bocas que alimentar y su casa de cuatro habitaciones en Bergen, en la costa suroeste de Noruega, estaba a reventar.Tuvo que luchar mucho para que sus hermanos le prestaran atención y lo incluyeran. Todas tenían sus vidas bastante bien resueltas cuando el apareció, y se sentía como un intruso que rompía el equilibrio familiar. No
ayudaba el hecho de que su madre, tan cariñosa y llena de corazón, siempre estuviera regañando a sus hermanas para que lo llevaran con ellas cuando iban a algún sitio y lo dejaran participar en sus actividades. Hasta
que no pegó el estirón a los once años y convenció a su hermana mayor para que lo dejara jugar al fútbol con ellas, no se ganó un poco de respeto.No podía ignorar el paralelismo entre el hecho de que
Mile no lo quisiera a su lado y el de que Tara asumiera el papel de su madre, instándoles a llegar a un entendimiento. Pero Nattawin ya no era un niño, era
un hombre adulto, y era tan dueño de la empresa como Tara. Lo resolvería por sí mismo. No necesitaba la ayuda de nadie más. Solo necesitaba dónuts.Mientras esperaba para recoger el café y los dónuts, le llamó la atención una cara conocida. Se trataba de Sandy, una mujer que había trabajado en Sterling como ayudante. Su trabajo había sido muy valioso y
valorado, pero de repente había desaparecido de la oficina de un día para otro.
Cuando se acercó a la puerta, Nattawin la miró de nuevo para asegurarse de que era ella realmente. Cuando la mujer la vio y apartó la mirada de manera rápida, Nattawin supo que debía decirle algo:-¿Sandy? ¿Eres tú?
Entonces, ella se giró, confirmando las sospechas de Nattawin
-Hola, señor Sterling. ¿Cómo está?
-Bien. Voy a la oficina. -Nattawin levantó la bolsa de dónuts-. Te echamos de menos. Todos nos quedamos un poco desconcertados por la forma en que te fuiste. No te despediste. Ni siquiera avisaste. Se armó un
lío tremendo con el primer plazo del proyecto del paseo marítimo. Sandy palideció. Por lo visto, no estaba acostumbrada a que le llamaran la atención.
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La Alta Socieda
RomanceChispas en la oficina..., ¡fuego en el dormitorio!!! El ex modelo Thailandes Nattawin por fin había encontrado su lugar en Sterling Enterprises, la empresa inmobiliaria de su difunto exmarido. El problema era que Mile Romsaithong, el arquitecto con...