𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐟𝐥𝐨𝐫.
Encendí todas las luces, recorriendo la totalidad de la casa con el palo de amasar empuñado en mi mano derecha, mientras apretaba fuertemente mi teléfono con la zurda, atenta a cualquier irregularidad que se me presentase.
—¡Oh, gracias a Dios! No hay nadie aquí —sonreí aliviada, al terminar de revisar la planta alta.
Bajé corriendo, dejé el palo de amasar en la cocina y fui por mis bebés a la velocidad de un tren sin frenos en una bajada pronunciada.
—Todo está bien, no corren ningún peligro —hablaba mientras los sacaba de las sillitas, protegiendo sus cabecitas con mis manos sobre sus mantas blancas.
[…]
Emily se pasó toda la noche en vilo, atenta a cualquier sonido que se oyera fuera de la casa. Estaba muy paranoica, pero no quería llamar a Ashley, ella debía de estar muy ocupada cuidando de su bebito. Y tampoco podía contar con Jungkook, ya que este último ni siquiera había abierto el mensaje que le envió antes de salir al súper.
A la mañana siguiente:
El sonido del timbre la despertó.
—Aish, no quiero bajar —resolló con flojera, mientras estiraba sus brazos, pues había logrado conciliar el sueño hace apenas media hora.
El timbre resonó otras dos veces, así que con languidez bajó, envolviendo su cuerpo con su bata de dormir, cruzándola por su pecho para evitar el frío y mostrar de más.
Ella aún no olvidaba lo que le había ocurrido anoche, por lo que antes de abrir, observó con precaución a través del visor de la puerta. No obstante, no vio a nadie del otro lado, así que abrió, vislumbrando a escasos centímetros de sus bunny-pantuflas, una bonita flor púrpura que jamás había visto:
Su aguda vista pudo reconocer fácilmente aquel sombrío listón negro amarrado al tallo de la planta. Era igual al de la flor que encontró en el supermercado, y justo debajo de ella, había otro fusco sobre.
ESTÁS LEYENDO
»𝑬𝒎𝒊𝒍𝒚 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 ³ 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒍 ⚜️«
Fanfiction[Libro 3] Las amenazas aparecen en su vida al mismo tiempo en que su relación empieza a irse en picada. Emily deberá hacer todo lo posible por proteger a sus bebés y a ella misma, de este enemigo del que no sabe absolutamente nada, ni siquiera como...