19.

12 2 9
                                    

𝐀𝐥𝐜𝐨𝐡𝐨𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐮𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫.

𝙉𝙖𝙧𝙧𝙖 𝙅𝙪𝙣𝙜𝙠𝙤𝙤𝙠.

     La primera semana se pasó rápido, ya que todos los días esperaba entender la razón que la estaba motivando a dejarme atrás, como si nunca nos hubiéramos amado con locura. Pero, sin importar cuanto intentase hallar esa respuesta, no encontraba nada más que la dolorosa realidad.

“No puedo aceptar esto”. Ese pensamiento se repetía una y otra vez.

Durante las noches bebía licor, ansiando ver su foto iluminar la pantalla de mi teléfono, haciéndome saber que estaba llamando, que quería saber de mí, oír mi voz. No obstante, ante la ausencia de su llamada e interés, siempre era yo quien terminaba por marcarle durante la madrugada, recibiendo a cambio su distante silencio, puesto que jamás respondía.

Ella debe estar en su cama, abrazando su cuerpo, suspirándole al oído que no se detenga.

La sola idea me hacía sentir terrible, acrecentando la necesidad de salir a perder la conciencia en algún bar de mala muerte, ya que el sofoco me impedía respirar, y el insomnio era lo único que no podía hacer desaparecer…

     La segunda semana, ya había culminado el duelo por la muerte de Han Heeso y tocaba volver a las actividades de la empresa, por lo que durante el día fingía que no me afectaba nada de esto, intentaba reír de cualquier cosa por muy tonta que fuera, desmoronándome en cada risa fingida un poco más.

Practicaba mi canto y baile hasta quedar exhausto, rendido en el suelo, pero ni así lograba dejar de pensarla. Todo resultaba inútil al momento de arrancarla de mis pensamientos.

Cuando la hora de volver a casa llegaba, tomaba una bocanada de aire e intentaba ser un adulto racional, tenia que ver a mis pequeños, de seguro me echaban mucho de menos, o quizá ya se habían olvidado de mí, confundiéndose con la presencia de ese tipo. No podía afirmarlo, pero tampoco lo permitiría, ellos eran mi faro en éstas convulsas aguas; mi última luz de esperanza que se mantenía encendida, evitando que naufragara.

A partir de esa suposición, ese mismo lunes decidí que enviaría a Jin o a Nam al departamento de Emily para que trajeran a los bebés conmigo.

     Dos horas después, cuando el sol se desvanecía por el horizonte, los chicos me obligaban a ir a su departamento, ellos creían que quizá así arreglaríamos las cosas.

Por desgracia, no ocurrió. Cada que ella llegaba a mi auto yo mantenía mi vista anclada al frente, siendo consciente de que si la miraba me rompería enfrente suyo, y si le devolvía el saludo terminaría por reclamarle, discutiríamos y todo sería peor.

A la vuelta, me detenía frente al río Han a llorar. Maldiciendo mi suerte, fama y talento. No quería nada de eso si no podía compartirlo con mi amada Ricitos de oro.

—Te extraño tanto, Yoongi-hyung. Sé que tú estarías aquí conmigo, dándome ánimos, siguiéndome por cielo y tierra, empujándome a hacer lo mejor, mientras me recuerdas que en el fondo sigo siendo un tonto que necesita la guía de su hermano mayor —sorbí mi nariz, dejando vagar las lágrimas por mis heladas mejillas.

“Aún eres un pequeño que necesita mi ayuda. Te diré que haremos primero, ¿si?”

Sin Yoongi a mi lado me sentía desorientado y vacío, no sabía cómo navegar por estas turbulentas aguas que conformaban este oscuro océano al que llamaba “vida”. Solo Emily era capaz de alegrarme con su calidez, pero la había perdido a ella también, por ser un idiota que se esforzaba en demasía para ser el mejor, sin notar que lo que perdía en el proceso era aún más preciado que todo lo que pudiese obtener de la fama. Ella y los bebés eran mi familia, la meta por la que Yoongi se había esforzado tanto, por la que entregó su vida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

»𝑬𝒎𝒊𝒍𝒚 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 ³ 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒍 ⚜️«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora