[Libro 3] Las amenazas aparecen en su vida al mismo tiempo en que su relación empieza a irse en picada. Emily deberá hacer todo lo posible por proteger a sus bebés y a ella misma, de este enemigo del que no sabe absolutamente nada, ni siquiera como...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al entrar al edificio, enseguida noté una vibra extraña, todo estaba muy calmado y el ambiente era gélido, por lo que me generaba intranquilidad, era extraño. Daba la sensación de que el caos podría desatarse en cualquier instante, rompiendo la tétrica templanza.
Hundí aún más mis manos en los bolsillos de la sudadera de Jungkook, como si de alguna forma eso me brindara algún tipo de protección inexistente.
Llegué a la recepción y pregunté por ella, pero dijeron que no podía verla porque la interna estaba “castigada”.
No obstante, no iba a quedarme de brazos cruzados, no había conducido una hora en vano.
—Solo necesito verla, ni siquiera le hablaré, por favor.
La señora de cabello caoba le hizo un gesto con la cabeza a uno de los guardias que custodiaba la puerta principal.
—Acompáñala a los cubículos subterráneos. Va al 532. Procura que no hablen.
—Entendido, señora Kyo.
El hombre uniformado hizo una reverencia.
—Y tú, dime tu nombre para registrar tu visita.
[…]
Bajamos al menos dos escaleras, hasta que entramos en una especie de túnel con una iluminación demasiado precaria.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El suelo era literalmente tierra, tierra húmeda que se sentía como caminar sobre fuscas arenas movedizas.
—¿Falta mucho…?
Sentía que me estaba metiendo en la boca del lobo.
—No, es justo allí —alzó su brazo, realzando su bíceps debido a la ceñida tela de su camisa, apuntando hacia una enorme puerta de hierro, la cual parecía la entrada de una titánica caja fuerte.
Giró una especie de timón que estaba en su centro. Ingresó un código de cuatro dígitos e hizo fuerza para empujarla luego de oír un “click” proveniente del otro lado, cambiando la luz roja que estaba en el centro de la puerta, sobre el borde superior, a verde.
