18.

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𝐂𝐨𝐧𝐭𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐜𝐞𝐫𝐨.


   —¿Cómo es eso de que sales con el guapo musculoso de la cafetería? —fisgoneo Ashley meciendo con su pie el cochecito de su bebito, GunJoo.

—¿Quién te lo contó? —le di un largo sorbo a mi té de manzana y canela, analizando su rostro. Su cabello estaba atado en una media cola con unos flecos a los costados que marcaban las delicadas facciones de sus pómulos. Y el iluminador en la punta de su nariz la hacía ver todavía más grácil. Aunque solo llevaba un poco de rímel, un labial nude que tiraba a coral y un chándal gris con un suéter al crochet color fucsia.

—Jungkook, ¿quién más? La otra noche me llamó estando ebrio y me pedía que le diera una explicación, decía que no tenía sentido que lo hubieras olvidado tan rápido. E incluso me rogó para que hablara contigo y te hiciese cambiar de opinión —sus orbes estaban recopilando cada mohín de mi rostro de cajas elevadas en indignación.

—¿Y no es eso lo que estás haciendo? ¿Acaso estás de su lado, uh? —acusé enarcando una ceja, sin bajar la elegante taza de porcelana de la altura de mi mentón.

—¿Eso piensas? —sus manos abrazaron su humeante taza e hizo un puchero.

Me encogí de hombros—Es lo que parece —mi vista se desvió a la ventana. El firmamento estaba despejado pero los rayos solares aún eran muy endebles.

—Oye, no es así —ella estiró su brazo y unió nuestras manos zurdas—. Sabes que siempre estoy de tu lado, pero esta vez me es muy difícil no cuestionarte. Quiero decir, incluso has dejado de buscarme para hablar de lo que sientes. Y realmente concuerdo con él cuando dice que hay algo que no nos estás diciendo —su mirada me pedía a voces una explicación.

Una que temía decir en voz alta.

—Es que —dudé, agachando la mirada—… Ashley, es… No quiero que algo malo te pase por mi culpa, tú ahora tienes a GunJoo, no quiero ponerte en peligro ni volverte cavilosa —sin más la tormenta se desató desde mis ojos, llorando al igual que una catarata desbordada.

—Ya me estás asustando. Dime qué pasa —mi mejor amiga dejó de mecer a su bebé, sentándose a mi lado para cubrirme con sus brazos—. Cuéntame todo, sabes que juntas las cargas son más livianas —sus manos sobaban mi espalda.

Y era cierto, Ashley siempre había sido mi soporte de acero. Sin embargo, la situación era compleja.

Mordí mi labio superior ansiosa.

—Promete que no le dirás a Jungkook, y que tampoco me obligarás a ir con la policía —le hice una sonrisita traviesa, extendiendo mi meñique en su dirección para sellar la promesa. No obstante, ella me dio un manotazo, dejando en claro que no haría ninguna promesa así de absurda.

—¿Enloqueciste? Si me pides algo como eso es porque estas metida en un problema muy grave. Así que será mejor que digas todo de una vez —fue terminante, dejándome sin opción. Apuntándome con su esmaltada uña bordó.

—Bien, pero a Jungkook ni una palabra —uní mi dedo índice con el pulgar, fingiendo que cerraba un cierre imaginario que había en mis labios.

Ashley rodó los ojos—¡Aish, sí que eres pesaá! No le diré nada, habla de una buena vez —se cruzó de brazos, la quería tanto. Ella era más madre que mi propia progenitora. La cual estaba cumpliendo su promesa al pie de la letra y no había vuelto a llamar ni escribir desde la discusión que tuvimos antes de que sus nietos nazcan, demostrando una vez más que le importa muy poco lo que pase en mi vida. Todo siempre se trata de ella, su orgullo y de seguir cada una de sus órdenes. Si no puede controlarte a su antojo se enfada y te abandona, ya que su ego no puede permitiese “la humillación” de perder poder sobre las decisiones de los demás.

»𝑬𝒎𝒊𝒍𝒚 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 ³ 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒍 ⚜️«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora