Capítulo 8

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VALENTINA

Estos días eran justo lo que necesitaba para despejarme y dejar todo lo oscuro atrás.

No iba a mentir diciendo que todo acabó y que mi ansiedad ya no estaba porque no era así, pero al menos eran mucho menos frecuentes. Estaba distraída, en familia, pasándolo bien, desconectando. Y me sentía viva. Me habían venido bien las vacaciones en Cancún.

Llevábamos cerca de una semana y no nos quedaba mucho para volver a Madrid. La verdad es que volver iba a resultar un choque contra la realidad muy duro, de solo pensarlo me agobiaba. Sabía que las cosas con los hermanos de Mateo estaban más tranquilas pero me agobiaba pensar que tendríamos que volver a verles las caras. En fin, era lo que había. Matamos a su hermano, por la razón que fuese pero lo matamos. Y ahora debíamos pagar las consecuencias. Demasiado que no nos metieron en la cárcel a ninguno. Todo se lo teníamos que agradecer a Teri y a Daniel, si ellos no llegan a aparecer aquella noche quizá hubiésemos muerto mi hermana y yo a manos de Mateo. Me aterrorizaba solo de pensarlo.

Esa mañana como todas las que llevábamos en la mansión de Cancún, bajé para desayunar aunque aún era temprano. Solían bajar a las nueve y eran las ocho y media de la mañana aún. Bueno, pero para mí mejor. Así mis hermanos no me quitarían el pan más tostadito para el bocata que quería hacerme.

Bajé hasta la cocina. Tardé un poco, porque la casa era tan grande que parecía que estaba en otro sitio totalmente diferente. Llegué a la inmensa cocina y entonces pude ver que alguien se despertó antes que yo. Mi padre.

—Buenos días, papá. —lo saludé y me acerqué hasta él para darle un beso en la mejilla. Él me sonrió con amplitud y besó mi frente.

—¿Cómo ha dormido mi niña preciosa? —me preguntó.

—Bien. ¿Y tú? —inquirí esta vez yo pero entonces mi padre dejó el café encima de la encimera y suspiró apartándome la mirada. —¿Como sigue la situación con mamá? —me di cuenta que era por eso. Él me miró entristecido.

—No hay quien le quite la idea de la cabeza. —me contó.

—Además, tu hermana piensa igual que ella. Están las dos mal conmigo.

—Yo sí te creo, papá. —admití porque era la verdad. —Si tú dices que no tienes nada con esa mujer, yo te creo porque yo sí confío en ti. —atrapé su mano la cual estaba apoyada sobre la encimera para acariciarla. Él la alzó hacia arriba hasta sus labios para plantar un beso en ella.

—Te quiero, Valentina. —me confesó y yo me emocioné por toda la situación que estaba pasando. No lloré pero he de admitir que sí que se me saltaron algunas lágrimas que no conseguían salir de mis ojos con totalidad.

—Yo te quiero más, papá. —le correspondí yo. Mi padre era una de las personas que más quería en la vida junto a mi madre.

Ambos lucharon como nadie para sacarnos de aquel horrible lugar a mi hermana y a mí cuando éramos pequeñas. Si no llega a ser por ellos, no estaría aquí, contándolo.

Con amor, Jake [EN FÍSICO: AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora