Capítulo 20

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VALENTINA

1 semana después

El frío era algo que adoraba. Sentir el fresco aire polar sobre mi rostro era de las mejores sensaciones que experimenté.

Había pasado frío muchas veces en mi vida pero jamás como este.

Jake y yo decidimos hacer un viaje a Tasmania, en el sur de Australia, ya que era uno de los sueños que teníamos que cumplir según apuntamos en la lista de sueños que una vez creamos juntos. Estaba muy contenta además del lugar, porque era nuestro primer viaje juntos, y solos.

Habíamos acabado de llegar a la habitación alquilada allí y estábamos terminando de incorporarnos.

Me gustaba el hecho de que no fuese algo típico. La habitación en la que nos encontrábamos estaba metida en una cúpula transparente en forma de iglú. Si mirabas hacia arriba podía verse el exterior y no había cosa más preciosa. Los colores blancos y claros protagonizaban ese lugar. En ese momento estaba nevando así que decidimos esperar a que dejara de hacerlo para así salir más tranquilos a explorar la zona.

—Es preciosa la habitación. —opiné y entonces vi como Jake observaba todo.

—La verdad es que está bastante bien. —añadió y como lo conocía demasiado supe que algo le rondaba por la cabeza que no le gustaba. Parecía inquieto y preocupado.

—A ver, ¿qué pasa? Dime. —le hablé acercándome a él hasta quedar frente suya.

—No me pasa nada, cariño. Tranquila. —me dio un beso en la frente y continuó sacando la ropa de la maleta. No me lo creía.

—Jake. Venga, ¿sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa, no? —lo intenté convencer a que me contara y entonces dejó de hacer lo que estaba haciendo para volver a mirar.

—No es nada. —Ya me estaba admitiendo que le pasaba algo con tan solo su mirada. Expresé una mueca acabando con mi paciencia y entonces él suspiró. —Vale, sí. Me pasa algo. Me dan miedo los pingüinos. Es más, me dan miedo todo tipo de animales y esto está repleto de pingüinos —confesó angustiado y yo eché una risa. —¿Ves? Por eso no te lo quería contar. — agregó y entonces dejé de reírme pero solo lo hice porque me pareció demasiado tierno.

Era verdad que por muchas partes de Tasmania y sobre todo por donde estábamos alojados, había pingüinos. El pobre...

—No hacen nada, son indefensos. —traté de calmarlo en cuanto a su miedo.

—En el fondo lo sé. Pero me cago al verlos y más cuando se acercan a mí. —explicaba él.

—Bueno, tú tranquilo que aquí está tu novia para protegerte de esos pingüinos tontos. —bromeé yo mientras me acercaba hasta él apoyando mi mano en su hombro. Él sonrió con ternura. —Pasaremos por donde no haya pingüinos, ¿vale? —le propuse.

—Te voy a comer ahora mismo, ¿lo sabes, no? —me dijo mediante me cogía en brazos y me tumbaba en la cama mientras me daba cortos besitos por todas partes de la cara incluso en mi cuello. Me hizo un poco de cosquillas así que eso me hizo reír.

Tras una mañana repleta de besos, me quedé observando por la ventana de cristal superior mientras Jake se daba una ducha. Ya había dejado de nevar. Yo también me tenía que duchar y estaba ansiosa por salir a visitar el lugar. Incluso pensé en no ducharme e irme directamente de las ganas que tenía pero debía darme una ducha para estar más cómoda.

Jake se estaba tardando mucho así que se me ocurrió algo con lo que yo misma me sorprendí.

Entré al baño el cual estaba lleno de vapor debido a la ducha caliente que Jake se estaba dando y entonces comencé a quitarme la ropa. Quería ducharme con él. Nunca antes me había atrevido a desnudarme de manera tan fría delante de Jake pero en realidad ya no tenía inseguridades, al menos cuando él me miraba de esa forma. Me hacía sentir la mujer más valiosa del mundo.

Con amor, Jake [EN FÍSICO: AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora