Capítulo 22

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Bill's Pov

Me estaba congelando en esta sala de espera tan fría. A pesar de que el verano ya había comenzado y habían días en los que el calor era insoportable, el frío del clima automático me hacía tiritar, tanto que apretaba con fuerza los dientes tratando de calmar los temblores.

Salimos tan deprisa que no se me cruzó por la cabeza llevar una chaqueta o algo para cubrirme, porque pensé que no lo necesitaría. Que equivocado estaba.

- Ya pasó, Georg. Ella está mejor - escuché a Gustav tratando de consolar a Georg.

- Fue horrible, tío. Debiste verla... - El castaño se tomó la cabeza entre las manos y dejó salir un suspiro de pesadez y cansancio.

Todos estábamos realmente cansados, no habíamos pegado ojo en más de un día y el agotamiento ya empezaba a pasar factura.

- ¿Familiares de Sarah Klein? - Preguntó un Doctor.

- Somos nosotros - Georg respondió antes que cualquiera.

- Muy bien, ella está bien. Ha despertado hace un momento y necesita ver a... ¿Georg Listing? - Nos miró a todos buscando al dueño del nombre que acababa de pronunciar.

- Soy yo... - Eso si no me lo esperaba, pensé que yo era su amigo más cercano. Algo me decía que estos dos ya no eran tan solo amigos, puede que haya algo más entre ellos.

- Pase por aquí, por favor.

Georg salió de la sala de espera con el doctor y yo me quedé con Gustav.

- ¿Me lo dirás ahora? - Pregunté casi exigiendo.

- ¿Decirte el qué, Bill? - Respondió sin verme a los ojos.

- ¿Qué decía el mensaje que leíste antes de salir de casa?.

- Oh... era esto, Sarah se puso mal...

- ¿Sabes por qué se puso mal, no?.

- Yo... este... no, bueno... - No lograba pronunciar una oración con sentido.

- Venga, dilo.

Sabía que no tenía por qué estar preocupado, Sarah ya había salido de peligro, Gus, Georg y yo estamos bien, Tom está bien y sabía que pronto regresaría a casa. 

¿Cómo estaba seguro de eso?, pues porque lo sentía. Dentro de mí sentía su propio corazón y el mío latir al mismo tiempo. Sonaba estúpido, pero así era.

- Sarah quiere verlos... - Nos interrumpió Georg.

Entramos a la habitación y Sarah se veía completamente destruida, melancólica y sin fuerzas para nada. Su característico buen humor y amabilidad no estaban. Sarah estaba aquí, pero su mirada era ausente, el color rosa de sus mejillas ahora era un tono grisáceo y sin vida, incluso sus preciosos ojos celestes habían dejado de brillar como normalmente lo hacían.

- Sarah, ¿cómo te encuentras, preciosa? - Pregunté mientras me hacía un sitio al pie de la cama en la que ella estaba recostada.

- ¿No lo sabe? - Preguntó a Georg y a Gustav, al parecer algo molesta.

¿De qué hablaban todos?. Parecía que todos sabían algo y no querían decirme de qué se trataba.

- ¿Saber el qué, Sarah? - Posé mis ojos confundidos sobre los suyos. En ellos pude ver que, definitivamente, me estaban escondiendo algo.

- Perdón, pero no pude decirle... - Respondió Gustav mientras se llevaba una mano a la frente sudada y salía de la habitación con un semblante melancólico.

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