Martin odiaba que las fiestas del pueblo de Juanjo fueran en invierno. Él era el típico que siempre tenía las manos frías y los pies congelados y aquel sábado de febrero no era diferente. Juanjo en cambio siempre se quejaba del calor que hacía en todas partes, podían estar en casa a veinte grados o por la calle a menos dos, en cualquiera de los casos, siempre tenía calor.
Justo en ese momento los dos caminaban por las calles de Magallón, el pueblo celebraba los carnavales y ambos iban en busca de hielo que se había acabado en el botellón y Juanjo se había ofrecido a ir a casa a por más. Martin había seguido al mayor,como siempre, entre las burlas de sus amigos, como siempre también.
-Podrías haberte quedado con ellos, iba a volver enseguida. - el aliento de Juanjo era visible a causa del frío.
-Prefiero acompañante que seguir pasando rondas del "Yo nunca" sin poder beber nada...- contestó el menor.
-Eso te pasa por ser demasiado bueno...- el mayor se carcajeó mientras le pasaba un brazo por los hombros al otro.
Las mejillas de Martin, heladas de frío, se volvieron aún más rojas.
-Encima con este frío que nos toque buscar hielo me parece aún más estúpido.- siguió quejándose el vasco.
Martin y Juanjo vivían en Madrid desde hacía dos años, aunque se conocían de mucho antes.
En un proyecto de sus escuelas, les tocó compartir correspondencia por sorteo. Durante todo un verano en quinto y sexto de primaria respectivamente, los alumnos de sus escuelas debían escribirse una carta a la semana. A Juanjo le parecía un tostón tener que escribirse con un desconocido, encima le había tocado con uno de quinto. A Martin le encantó la idea, pues se moría de ganas de recibir cartas de un niño de otra parte de España.
La primera carta de Juanjo fue clara y concisa, le explicaba que tenía once años, que le encantaba correr en bici y tocar el clarinete, no añadía mucho más pero a Martin le encantó su letra, era muy redonda y bonita. Se guardó la carta en el primer cajón de su mesilla de noche.
Juanjo recibió la primera carta de Martin con un poco de pereza al ver que eran dos páginas enteras, pero dentro del sobre también había una flor de jazmín aplastada, y el jazmín era su flor preferida porque era el olor de la colonia de su madre. Así que leyó la horrible caligrafía de Martin mucho más ilusionado de lo que esperaba.
En la segunda carta, Juanjo le contó a Martin que su hermano pequeño, Javier, era un poco pesado y que le robaba todos los juguetes. Martin le habló también se sus hermanos pequeños y de sus excursiones a la playa. En la siguiente Juanjo le contó su visita al monte Moncayo. Martin le habló de sus clases de baile. Cada vez los sobres eran más y más pesados llenos de páginas y páginas. Para cuando acabó el verano sus cartas estaban llenas de confesiones y ninguno quería parar de escribirse con el otro.
A pesar de que el proyecto acabó el mes de septiembre, ellos decidieron seguir escribiéndose por su cuenta. Martin se moría de ganas de saber cómo era Juanjo en persona, pero nunca lo decía por escrito. Juanjo quería saber cómo era la voz de Martin pero le daba vergüenza pedirle el teléfono de su madre o algo parecido. Durante los dos años siguientes siguieron una estricta rutina de una carta a la semana, excepto esa en la que Martin tuvo que operarse de las amígdalas y no pudo escribir. Juanjo le envió después un sobre lleno de caramelos para la garganta.
En las cartas Juanjo se quejaba de sus compañeros de banda porque nunca se estudiaban la partitura, también le contaba al pequeño cómo era el instituto y le contaba los líos de sus amigas con los chicos. Martin siempre hablaba de sus amigas también, y de sus clases de ballet. A Juanjo solían llegarle las cartas los jueves y esos días corría desde el bus hasta casa para abrir el buzón y leer la carta de Martin sentado en el portal. A Martin le llegaban siempre los martes y tenía toda una rutina de leerlas sentado en la cocina con el colacao de la merienda delante.
Cuando Martin cumplió catorce años, Juanjo le regaló una pulsera de hilos azules que había hecho con sus amigas. Martin no llegó a escribirlo nunca pero lloró mucho ese día al abrir el sobre. Los primeros años de instituto fueron un poco duros para él hasta que encontró su lugar y a Juanjo le ardía la sangre desde Aragón al leer las cosas que le habían dicho alguna vez por los pasillos al vasco. Juanjo también había recibido esos comentarios en el colegio pero le daba vergüenza contárselo a Martin, no quería que el pequeño se pensara que se lo inventaba para que se sintiera mejor.
Cuando Juanjo cumplió dieciséis años, Martin no podía más, una carta a la semana no le parecía suficiente y le escribió su número de teléfono en una de sus correspondencias.
Estuvo toda la semana temblando y mirando el móvil cada minuto, sabía que la carta le llegaría el jueves al maño y el viernes por la mañana aún no le había escrito nada, que bueno... alomejor él no quería hablar por teléfono, Martin lo entendería, hablaban muchas veces de conocerse pero siempre parecía algo irreal o imposible.Ese mismo viernes por la tarde un número desconocido saltó en llamada, el vasco estaba haciendo deberes de matemáticas cuando vio la pantalla y se puso hasta de pie para contestar con las manos temblorosas.
-¿Martin?- la voz de Juanjo era mucho más grave de lo que él había imaginado y casi se le cayó el móvil al suelo.
- HOLA, ay hola. - Martin se dio cuenta de que había gritado un poco y se murió de la vergüenza, Juanjo no ayudaba al otro lado de la línia muriéndose de risa.
- ¿Te pillo en buen momento? acabo de salir de clase de coro...- Juanjo sonaba también nervioso y un poco acelerado- no he podido llamarte antes porque en el insti no quiero tener el móvil encendido...
-No, sí, sí, osea que puedo hablar- Martin se sentó en la cama e intentó calmar su respiración- puedo hablar.
Juanjo se reía aún al otro lado de la pantalla.
A partir de ese momento las cartas desaparecieron y las llamadas de horas se convitieron en el pan de cada día. Juanjo se quedaba dormido mientras Martin le recitaba algún texto de sus clases de teatro noche sí y noche también. El maño le contaba como le iban las clases de música y el bachillerato de ciencias que estaba haciendo. Martin no entendía porqué el mayor se quería meter en una ingeniería con lo mucho que le gustaba la música pero había aprendido a ignorar el tema porque Juanjo se ponía de mala hostia si lo sacaba.
La foto de perfil de Juanjo era una en la que salían un montón de chicas y chicos de su edad, y Martin se moría por preguntarle cuál era él, pero le daba vergüenza. La foto del vasco era un dibujo de Ash, de Pokémon, por lo que no revelaba mucho tampoco de su identidad, aunque Juanjo se moría por saber de qué color eran sus ojos. Martin siempre decía que eran marrones pero el maño quería verlos, no imaginárselos.
Solían hablar siempre por teléfono, en llamada, nunca se enviaban muchos mensajes. Por eso a Martin le extrañó un domingo por la mañana tener varios mensajes de Juanjo en su teléfono. Casi se le salió el corazón del pecho al ver que el primero de todos era una foto. En ella se veía el espejo de un baño mal iluminado y en medio de la foto había un chaval de unos dieciocho años, con el pelo oscuro rapado por los lados y más largo por arriba, el chico tenía los ojos entrecerrados y ponía morritos, llevava puesta una camisa negra medio desabrochada y arremangada y Martin casi se desmaya al ver el ancho de sus hombros. La foto venía acompañada de varios mensajes de texto, que habían sido enviados a las tantas de la madrugada.
"wsta es mk cara"
"me hw cansadko de fingie q no qiro ver la ruya tambien"
"esty de fiesta ignorqme sk qieres"Martin no sabía que hacer con esa información, sabía que Juanjo podía ser un chico guapo, o feo, o como fuera, y se juraba a sí mismo que le daba igual eso, pero después de ver la foto se dio cuenta de que su imaginación no había estado a la altura.
Decidió enviarle él una foto de su cara. Y tras muchos intentos de selfies dió con uno que no le desagradó. Lo envío acompañado de un mensaje.
"yo también quería verte la cara"
____________________________
hola amores, esta es mi primera historia, no me juzguen, tenía ganas de escribir algo de los majos porque siempre leo enemies to lovers cuando para mí estos dos son un friends to lovers como una casa
aún estoy dándole forma a la historia pero viajará entre el pasado y el presente en cada capítulo y espero que os guste
ESTÁS LEYENDO
¿Vendrías A Verme?
Ficción GeneralDónde Juanjo y Martin son mejores amigos o Dónde tras años enviándose cartas se conocen o Best Friends to lovers