Capítulo 9

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Tras unos minutos parado en el pasillo Juanjo volvió a la fiesta. Fue directo hacia Álvaro, que sólo con una mirada adivinó que su amigo no estaba bien.

- ¿Qué pasa? ¿Y Martin?

- Nos hemos peleado, ¿puedes acompañarme arriba y me abres la puerta? Se ha quedado él mis llaves y no quiero molestar si está dormido.

- Claro amor, ¿estás bien?

- No, pero no tengo ganas de hablar. - Juanjo se estaba aguantando las ganas de llorar.

Álvaro lo agarró del brazo cual vieja de pueblo y se lo llevó hacia el ascensor.

- ¿Quieres que duerma con Irene? ¿Os dejo solos?

- Que va, no te preocupes, si no quiere hablar conmigo, lo mejor será dejarlo estar. - contestó Juanjo mientras pulsaba el botón del cuarto piso.

- ¿Y crees que dormir en la misma cama es la mejor idea?

El maño se desinfló, no lo había ni pensado, solo quería llorar y dormir.

-Joder ni me acordaba... - pensó unos segundos - mira, le pregunto cuando llegue y si no duermo contigo.

- Déjalo tonto, dormiré en otra parte, enserio, si probablemente cuando yo llegue ya os estéis despertando. Sólo son las dos y media. - insistió Álvaro.

- Lo que quieras no te preocupes de verdad...

Llegaron delante de la puerta y el sevillano le abrió. Depositó un beso en su frente y se marchó diciendo adiós con la mano. Desde dentro de la habitación salía una pequeña luz cálida, Martin había encendido la lamparilla de su mesita.

El mayor entró con sigilo y distinguió la silueta del vasco entre sus sábanas. Se acercó con cuidado y se sentó al borde de la cama, intentando adivinar si el otro dormía.

- ¿Puedo dormir contigo? - susurró posando una mano en su espalda.

Martin le respondió sin girarse.

- Preferiría que no Juanjo.

El maño susurró un "vale" y procedió a quitarse el traje para ponerse su pijama de dinosaurios navideños. Casi sin darse cuenta las lágrimas empezaron a recorrer su cara. Cuando se tumbó en la cama de Álvaro el vasco apagó la luz.

Martin tardó varios segundos en entender que era lo que oía. Eran sollozos, llantos ahogados que el maño intentaba disimular fallando estrepitosamente. Al vasco se le rompió el corazón, vale que habían discutido, pero oírlo llorar era superior a él. Se levantó y se tumbó detrás de Juanjo, abrazándolo por la cintura. El maño sólo sollozó con más ganas.

- Lo siento, lo siento, lo siento, te juro que no te quería hablar mal. - dijo Juanjo girándose para tener al vasco de frente. Tenía las mejillas empanadas y los ojos rojos pero apenas se veía en la oscuridad de la habitación. Martin no contestó, con sus pulgares limpió las lágrimas del maño con delicadeza.

- Te quiero Martin, no sabes cuánto. A veces me duele en el pecho lo mucho que te quiero. - al vasco se le olvidó como se respiraba - Pero no puedo decírtelo como tú quieres que te lo diga. Sé que la cagaría, yo no sé estar con nadie, si la mitad de días no me aguanto ni a mí mismo. No tengo tiempo para nada y no sé ni lo que quiero hacer con mi vida.

Martin soltó un suspiro derrotado y pasó las manos al cuello del contrario.

- ¿Qué coño hago en navales?¿Qué hago en Madrid escondiéndome de mis padres? - el susurro ahogado de Juanjo volvió a convertirse en llanto.

El menor lo abrazó y el maño escondió la cabeza en su cuello.

- No puedo darte yo la respuesta a esas preguntas Juanjo.

- Lo sé, ya lo sé, si por eso no quiero darte esta versión de mí.

Martin se separó y lo miró a los ojos en la penumbra.

- Lo entiendo, de verdad. Pero yo no puedo esperarte más. Me he cansado. Me está matando tenerte a medias.

Juanjo no podía parar de llorar, parecía que la primera lágrima había abierto la veda a miedos que llevaba meses cargando.

- Me lo juraste, me juraste que seríamos amigos para siempre, no puedes dejarme sólo. - el maño sonaba tan tan frágil, su voz estaba rota y le costaba respirar.

- No te voy a dejar sólo Juanjo, me tienes para siempre, pero yo estoy demasiado metido en esto, voy a necesitar un poquito de espacio.

- Porfavor... - Juanjo se aferraba a él con manos y piernas, estaba temblando.

- Sólo serán unos meses hasta que se me pase.

Martin también sonaba roto, pero no podía más, si seguían como hasta ahora, llamándose cada día, contándose de todo y tonteando continuamente, sabía que acabaría tan enamorado que la más mínima tontería por parte del maño le rompería el corazón.

Los dos se abrazaron en silencio mientras Juanjo asimilaba toda la conversación e intentaba tranquilizarse. Al cabo de un buen rato habló:

- ¿Me llamarás alguna noche? Sólo pada saber que estás bien.

- Pues claro que sí tonto. Y puedes contarme lo que sea. - hablaban entre susurros, con las frentes pegadas. - Pero tengo que priorizarme, porfavor, entiéndeme Juanjo.

- Te entiendo, si mucho me has aguantado ya...

- No digas eso... eres lo mejor que me ha pasado, sin tus cartas no hubiera aguantado el instituto.

Juanjo volvió a notar las lágrimas en sus ojos, pero esta vez fue un llanto silencioso, de aceptación.

- Yo tampoco hubiera sobrevivido sin tí Martin.

Y así empezaron el año, juntos y abrazados, pero tristes porque sabían que era la última noche que iban a estarlo.

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no me matéis, me encanta meterle drama, me ha dolido en el alma escribir este capítulo

espero que entendáis a juanjo, y también a martin, a veces las personas son las indicadas pero no el momento de sus vidas

como siempre gracias por leerme y aprecio un montón los comentarios

❤️🫂🫂🫂





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