Capítulo 19

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- Ven tú, que yo tengo más apuntes y me da pereza cargarlos. - dijo Juanjo aguantando el móvil con la mejilla mientras recogía la ropa sucia en un cesto.

- Pero aquí podemos estudiar tranquilos sin que Álvaro nos moleste. Y si quieres pedimos hamburguesa para cenar, la más guarra que se te ocurra... Porfis...

- Joder, venga vale. Sabes cómo camelarme. Dame media hora que tengo que hacer colada y cosas.

- No te olvides de traerme mi regalo eh. - dijo Martin con una sonrisa.

- Ni loco me olvido. Venga te cuelgo ahora voy.

Era siete de enero y aún tenían mucho que estudiar.

Dos noches antes ya se habían visto. Habían ido con todos sus amigos a ver la cabalgata de los Reyes y tomar algo, pero apenas hablaron porque les tocó en lados opuestos de la mesa. Martin hizo un par de pucheros para que Juanjo se cambiara de sitio pero Ruslana se puso en medio y no le daba la gana de cambiarse.

- ¿No podéis estat ni una hora sin estar la lado? - susurró la pelirroja en el oído del vasco.

- Esque lo quiero cerca... - dijo el menor mirando de reojo a Juanjo charlar y reírse con Lucas.

- ¿Y cuándo le vas a decir que has dejado a tu novio por él?

- Que no lo he dejado por él. Lo he dejado por mí. No lo quería suficiente.

- ¿Y porqué será qué no lo querías suficiente? - dijo Rus subiendo las cejas.

- Cállate. - contestó Martin bebiendo un sorbo de su bebida sin quitar sus ojos de encima del maño.

Cuando se marchaban hacia casa es noche, Juanjo tiró de él para que caminaran más lento que sus amigos.

- Ten. - dijo tendiéndole un puñado de caramelos que había recogido en la cabalgata. Estaba rojo de la vergüenza y nada más dárselos escondió sus manos en los bolsillos del abrigo.

- Gracias. - contestó Martin llevándose un caramelo de limón a la boca. La mirada de Juanjo siguió sus dedos poniéndolo entre sus labios.

El mayor suspiró y volvió a andar a velocidad normal para alcanzar a sus amigos. Sabía que no estaba bien tontear con Martin, pero esque desde hacía unos días el pequeño le estaba devolviendo el tonteo.

Dos noches después Juanjo se dirigía hacia el piso de Lucas. Había decidido coger el metro porque iba cargado. Recibió bastantes miradas curiosas, algunas ilusionadas. Era lo que tenía llevar un ramo de flores enorme por el centro de Madrid una tarde bulliciosa de enero.

¿Se había pasado? A parte del ramo le había hecho a Martin un pequeño álbum con fotos de los dos de estos últimos meses por la capital. Si lo miraba en perspectiva era un regalo muy pasteloso. "Muy de novios" pensó. Pero enseguida descartó ese pensamiento. Seguro que a Martin le haría ilusión. Qué más daba que sólo fueran mejores amigos. Los amigos también se cuidan, se quieren y se regalan cosas.

Tocó el timbre muy nervioso. Se había pasado, igual aún tenía tiempo de tirar las flores y darle sólo el álbum... Pero la puerta se abrió antes de darle tiempo a dejarlo en algún sitio. De perdidos al río.

Martin abrió la puerta del piso con una camiseta blanca de tirantes y sus habituales pantalones de pijama de cuadros, aunque en la calle hiciera frío dentro del piso se estaba genial.

Lo primero que vio fue una explosión de colores. Delante de sus narices había un ramo enorme de flores de todo tipo, había claveles, rosas y peonias. De color rojo, rosa y amarillo.

Por detrás del ramo se asomaba la cabecita de Juanjo. Estaba igual de rojo que los claveles y se notaba que se estaba muriendo de la vergüenza porque no le podía aguantar la mirada.

¿Vendrías A Verme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora