Capítulo 14

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Martin llegó a casa sudado, sólo había ido a comprar ajos y perejil porque su madre quería cocinar pescado al horno. Pero en los tres minutos que había de su casa a la tienda se había asado. Era mitad de agosto y aunque en Getxo siempre hacía un poco de fresco, estaban pasando por una ola de calor. Subió al ascensor y pegó su mejilla a la pared fría de metal.

Al llegar a su casa oyó la voz de su padre. Dejó lo que había comprado en la cocina.

-¡Martin tienes una carta! - gritó su padre desde el salón.

Algo tembló en el pecho del menor. Hacía años que no oía esa frase. Corrió hacia su padre y le quitó el sobre de la mano. A toda velocidad miró el remitente.

Casi pega un grito al ver el nombre de Juanjo en el dorso. Sin decir una palabra se marchó hacia su habitación.

- ¿Pero y esas prisas niño? Ya ni saludas. - dijo su padre divertido.

El joven ni contestó. Cerró la puerta de su cuarto y abrió el sobre con tantas ansias que se cortó el dedo. Mientras lo chupaba para cerrar la herida se sentó en la cama a leer la carta.

Cuando acabó no es que estubiera llorando (que también), es que estaba temblando de arriba a abajo. Sollozaba tan fuerte que su hermana apareció en el umbral de su puerta.

- Pero, ¿qué haces? - María miró asustada la situación, su hermano lloraba desconsoladamente abrazado a un trozo de papel mientras se chupaba un dedo.

Martin sólo lloró más fuerte y le tendió la carta para que pudiera leerla. María se consideraba una chica muy dura pero al tercer párrafo ya estaba aguantandose las lágrimas. Cuando acabó se abrazó a su hermano a pesar del calor, y ambos se recostaron en la cama.

- Tienes que llamarle.

- Lo sé.

Después de comer el pescado que había preparado su madre y de una corta sobremesa, Martin cogió su teléfono. Seguía sabiéndose el número de memoria, y como era un poco dramático, le gustaba marcarlo aunque lo tuviera guardado en contactos.

- Hola Juanji. - al otro lado escuchó al maño echarse a llorar. - No llores porfa.

-Hola. Uf, voy a intentar no llorar.

Martin empezó a reírse entre lágrimas también, apenas se acordaba se su voz y le dolió muchísimo darse cuenta de eso.

- Acabo de leer tu carta. Voy a ir a Madrid, a estudiar Arte dramático.

- ¿Es lo que quieres? - preguntó Juanjo en voz bajita.

- Sí, es lo que quiero.

- ¿Y qué tal con Dani? - al maño le costó decirlo pero se sintió orgulloso de que no le temblara la voz. No quería admitirlo pero esperaba que el pequeño le dijera que fatal, que lo habían dejado.

- Pues muy bien, la verdad. Estamos genial. - a Martin le costó decirlo también. Con el resto del mundo podía hablar tan tranquilo de su novio, pero hablarlo con Juanjo se sentía una mentira, una traición.

- Me alegro, de corazón te lo digo, quiero que seas feliz. - al mayor le costaba tragar saliva.

- Jope Juanjo, y yo también quiero que seas feliz. Me he alegrado tanto al leer que vas a estudiar música...

Se les hizo de noche hablando. A Martin le costó una pequeña discusión con su novio, pues se olvidó completamente que habían quedado. Pero Dani se alegró un montón de que hubiera hecho las paces con Juanjo.

Les costó poquísimo volver a coger la rutina de llamarse todas las noches. A Juanjo se le hacía un poco raro no meter el tonteo cada dos frases, pero no le costó nada volver a hablar como siempre, como amigos.

¿Vendrías A Verme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora