Capítulo 8

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seguimos en nochevieja, es corto pero intenso

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Si Martin de normal le ponía, Martin bailando reggaeton con un par de copas le ponía diezmil veces más. El joven bailaba a su lado con el jersey remangado y la frente perlada de sudor. Juanjo había perdido su americana hacía rato y los dos primeros botones de su camisa arremangada estaban desabrochados.

- Voy a traerte un agua. - le susurró el maño al oído.

- No, no te vayas. - contestó el vasco agarrándolo de la cintura.

- Te hace falta, hazme caso, luego me lo agradecerás. - el mayor se soltó de su agarre y fue a por dos botellitas de agua fría.

Volviendo hacia la imporvisada pista de baile vio a Martin bailando, pero esta vez agarrado del cuello de el chico moreno de pelo largo. Estaban bailando cómo a él le hubiera gustado bailar con el vasco. Muy muy pegados y hablándose al oído. El sabor a bilis le llenó la boca al mayor y tuvo que pegar un trago de agua para no marearse. Una cosa era imaginarse a Martin ligando y la otra era verlo a menos de dos metros. Inspiró, expiró y se acercó a ellos con cautela.

- Toma el agua Martin. - el menor lo miró con ojos confundidos y agarró la botellita. Juanjo se dio media vuelta para salir de allí pitando.

- Espera Juanjo ¿dónde vas? - le dijo el vasco reteniéndolo del brazo.

- Voy fuera un momento que quiero fumar, no te preocupes enseguida vuelvo.

Martin dudó entre seguirlo o quedarse bailando, pero Dani lo agarró de la mano y al final se quedó allí, viendo a Juanjo coger su chaqueta y salir del sótano a toda prisa.

El mayor se encendió un piti una vez estaba fuera e intentó tranquilizarse. Se quitó de un manotazo dos lágrimas traicioneras que le brotaron de los ojos.

A la tercera calada ya se sentía mucho mejor. Sabía que no podía dejar que todo lo referente a Martin le afectara tanto, era él el que no quería tener nada más por miedo a perder su amistad. No tenía derecho a enfadarse o a sentirse celoso. Se sabía perfectamente la teoría pero la práctica le dolía igual. Con el corazón en un puño apagó el cigarro y tras meterse un chicle de menta en la boca volvió a entrar al edificio.

Cuando dio la vuelta a una esquina del pasillo, se dió de bruces contra el vasco.

- Joder Martin qué susto. - lo agarró de los hombros para estabilizarse. - ¿Qué haces, a dónde vas?

-A buscarte, te dije que no me dejaras sólo. - el menor estaba a la defensiva y sonaba enfadado.

- He notado que sobraba. - Juanjo puso los ojos en blanco y el pequeño empezó a cabrearse.

- ¿Pero qué dices? Sólo estábamos bailando.

- Que sí Martin, lo que tu digas... - el maño hizo la intención de rodearlo para seguir hacia la fiesta pero el menor lo detuvo.

- ¿Porqué me hablas así? No tienes derecho a ponerte celoso.

- ¿Y quién coño te ha dicho que esté celoso?

- Te delatas Juanjo, te juro que no te entiendo, creo que en el fondo sólo te gusta tenerme comiendo de tu mano...- entonces fue Martin el que empezó a andar hacia fuera del edificio. Juanjo le agarró de la mano y lo detuvo.

- Eh, por ahí sí que no... no tengas los huevos de decir eso y pirarte.

- ¿Y qué quieres que te diga?, si es la verdad. Yo me paso los días llorando en Getxo esperando a que me llames mientras tú te lo pasas de puta madre  follando y haciendo amigos por la capital. - las lágrimas corrían libremente por la cara del vasco, que hablaba desde la pura rabia, sabía que se estaba pasando pero no podía parar de hablar.

- No puedes estar más equivocado... - Juanjo sonaba herido y a punto de llorar. Le temblaban las manos.

- ¡Pues dímelo, dime la verdad de una puta vez, dime que me quieres! - Martin sabía que sonaba como un niñato enrabietado pero estaba harto de esperar una reacción por parte del otro que nunca llegaba.

Juanjo intentó hablar pero tras abrir la boca dos veces decidió callarse.

- Tu silencio habla por tí Juanjo. Me voy a dormir que tengo tu llave, ya entrarás con Álvaro. - el pequeño sonaba derrotado, empezó a andar hacia el ascensor.

- Martin espera porfavor. - el mayor sonaba realmente desesperado.

- Me he cansado Juanjo, hablaremos cuando dejes de ser un cobarde.

El vasco se subió al ascensor y dejó al mayor al otro lado. Juanjo se quedó parado en medio del pasillo, a punto de llorar, mientras pensaba en cómo coño la había cagado tanto diciendo tan poco.

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no me matéis, había que ponerle un poco de drama a la historia

osquiero mucho, gracias por leerme y por comentarme y dar mg

he subido mucho porque no quería desaprovechar la inspiración, no me odiéis

❤️🫂

¿Vendrías A Verme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora