Va todo sobre ruedas.

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- He hecho algo.

Martin dejó el libro que estaba leyendo, abierto y bocabajo, sobre la mesita del salón. Tirado en el sofá miró a su novio, que estaba de pie mordiéndose una uña.

- ¿Algo malo?

- Algo sin preguntarte. - respondió Juanjo sentándose a sus pies.

- ¿Pero es malo?

- No, no es malo.

Martin se incorporó y se acercó, pasando sus piernas por encima de las de Juanjo y acariciándole la nuca.

- ¿Me lo cuentas?

- Me da cosa...

- Seguro que no es para tanto ¿Porqué estás nervioso?

- Esque...se me quedó la espinita, y no quería tampoco hacerlo sin preguntarte, pero me apetecía un montón y encontré una oferta buenísima por Instagram y Irene me dijo... - la típica verborrea del maño cuando se ponía histérico.

- Amor, - interrumpió Martin - mírame, vamos por partes. ¿Qué espinita?¿Qué has comprado?

- No me mates, te juro que no quiero sustituir recuerdos pero yo también quería hacerlo contigo.

- Pero dímelo de una vez. - contestó el vasco dándole un golpe en el brazo.

- He alquilado una caravana, para ir diez días por Asturias.

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Llevaban demasiada ropa. Toda la parte que estaba reservada para almacenaje estaba llena de pantalones, camisetas y sudaderas. Como si no se fueran a pasar la mitad del día en bañador y la otra mitad desnudos.

Por culpa de tanta ropa no les habían cabido los sacos de dormir, pensaban que con unas sábanas y con el pijama tendrían suficiente.

No contaban con que la segunda noche les pillaría la peor tormenta del año en un camping de malamuerte cerca de la Playa de Toró.

Irene, que era de Oviedo (Uviéu si le hacías caso a ella), les había trazado la ruta a seguir. Incluía los restaurantes dónde se comía el mejor cachopo y también las sidrerías más recónditas de la comunidad.

Un rayo que pareció romper el cielo iluminó el interior de la cravana a pesar de tener todas las cortinas echadas.

Juanjo cerró los ojos con fuerza e intentó tranquilizar su respiración.

- Ven. - Martin lo atrajo hacia su pecho para abrazarlo, tumbados bajo las sábanas de la pequeña cama.

- No finjas que tú no tienes miedo.

Les tocaba hablar bastante alto pues el ruido de las gotas cayendo sobre el techo era ensordecedor.

- Alguno de los dos tiene que hacerse el valiente, y tú llevas media hora temblando.

- Es de frío. - dijo Juanjo con una sonrisa irónica.

- Tú no has tenido frío en tu vida. - contestó Martin entre risas.

- Pues te juro que hoy tengo. - para reforzar sus palabras el maño metió las manos bajo la sudadera del vasco, haciendo que este diera un respingo al notar lo heladas que estaban.

- Ay joder, me lo creo. - el menor se arrimó aún más, entrelazando sus piernas y abrazándole más fuerte.

- No me gusta que llueva, me da miedo. - confesó el mayor mirándolo a los ojos desde abajo.

- No pasa nada mi amor, te juro que en un rato parará. - miró la hora en su móvil, las 01:44, lo volvió a bloquear y atrajo a su novio hacia arriba para que sus rostros quedaran enfrentados.

¿Vendrías A Verme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora