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          BonHwa había tenido tiempo suficiente los últimos meses para visitar a su tío abuelo, quien aún practicaba el shamanismo. Le había comentado el caso de JinHwan y le había preguntado si existía alguna forma de salvar a DakHo.

           A decir verdad, el anciano se mostró disgustado con la idea de la homosexualidad de la pareja y no quiso colaborar. BonHwa insistió hasta las últimas instancias hasta que logró cierto avance con el hombre quien tenía demasiadas experiencias con entidades oscuras.

          Llenó a DakHo con talismanes y trató de retener el avance de la maldición todo lo que pudo. Ver al hombre que amaba perder día a día su vitalidad le rompía el corazón, pero no iba a ir en contra de su última voluntad por más de que quedara solo y completamente destrozado tras su partida.

          Había días en que simplemente no iba desde que entró a terapia intensiva. No soportaba verlo, casi parecía un cadáver pálido y delgado hasta los huesos.

           Aún recordaba sus besos, sus abrazos, su voz, sus caricias como si fuera hacía poco la última vez que lo hicieron.

          Había encontrado a la maldita mujer y esa madrugada, apenas JunHoe le dio el okey, se levantó de la cama y condujo la camioneta de DakHo hasta el bosque apartado de la civilización.

          Contactó a los brujos y estos ya lo esperaban allí desde antes del amanecer.

          Aceptó el frasco diminuto con un líquido rojizo entre sus manos, solo quedaba un último paso por hacer.
―¿Seguro que quieres ser tú? ―interrogó por enésima vez el brujo mayor.
―Con todo el placer del mundo ―contestó, tomando la daga bañada de otra poción oscura.

          Se hizo una incisión con ella e hizo que unas gotas de su sangre mezclada con la poción oscura cayeran dentro del frasco de líquido carmesí.

          El viento cambió de dirección y los pájaros en las copas de los árboles más cercanos huyeron despavoridos.

        "Yo, le devuelvo la maldición Cendrosa completa a ShinYeong, agregándole el doble de desgracia hasta arrastrarse como una maldita cucaracha"

          Tanto Yasu como Gackt abrieron los ojos como platos con la última frase que no estaba en el acuerdo. Una doble maldición no era algo que cualquiera pudiera hacer y el resentimiento en la voz del pelirrojo casi era palpable.

          BonHwa tomó la serpiente de la mano ajena y le arrancó la cabeza, haciendo que unas gotas de la sangre del animal cayeran dentro del frasco.

           El soplido del viento entre los árboles recorrió el bosque imitando una especie de grito diabólico y entonces BonHwa apenas tapó la poción salió volando como si algo sobrenatural lo hubiera arrojado al suelo como a cuatro metros de distancia, en ese instante, todo dentro de su campo de visión se puso negro.

          JunHoe por otro lado, estaba un poco inquieto al no recibir noticias del novio de su padre. Ya eran pasadas las tres de la tarde y ni siquiera los brujos habían contestado.

         JinHwan posó el té con infusiones para la acidez sobre la mesa y lo miró expectante.

         Tan solo hacía veinticuatro horas había perdido a su madre y lloró toda la noche hasta quedarse dormido, maldiciendo a su versión femenina por impedirle velar a su madre como correspondía.

          Aún se sentía irreal el haberla perdido. Detalló los hematomas en el rostro de JunHoe y suspiró pesadamente.
―Eso después se va a poner de un color verde horrible.
―Desaparecerá en un tiempo, usaré maquillaje la semana que viene para volver al trabajo.

Cinderella _ ||JunHwan|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora