¡Es Una Lindura! • XVII

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Luego de cambiarme y parecer enfermero me llevaron a un cuarto prácticamente con paredes de vidrio, dentro habían enfermeras hablando y cuidando a un pequeño bebé, sabía que esa era mi nena

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Luego de cambiarme y parecer enfermero me llevaron a un cuarto prácticamente con paredes de vidrio, dentro habían enfermeras hablando y cuidando a un pequeño bebé, sabía que esa era mi nena.

He de decir que estaba en silla de ruedas, ¿saben lo complicado que es caminar luego de una cesárea? Pues yo sí. ¡¿Y saben qué tengo puesto?! ¡Un puto pañal! Sigo sangrando por la cesárea y me obligaron a usarlo. No podía pararme ni caminar por el dolor y por eso estoy en una silla de ruedas.

Salí de mi trance al ver a mi madre, Ari y mis dos hijos ahí, observando a su hermana. Obviamente Adrián con su celular grabando y tomando todas las fotos que podía.

Cuando menos me di cuenta ya estaba dentro de la habitación, me sentía muy observado para ser honestos.

— Buenas tardes, señor Saavedra, su bebé está lista para conocerlo. Ha estado esperándolo con ansías.

Antes de que siquiera pudieran decirme algo ya me la habían dado, pude verla por primera vez. Ella no estaba para nada dormida, sus ojos estaban abiertos y sobre mí, estaba ansiosa, se veía que había llorado y que hasta ahora no podía calmarse bien.

No me importó que no me hubiesen dicho ninguna instrucción, aunque ya sabía qué hacer y ellos creo que también conocían eso, digamos que mis tres hijos nacieron en el mismo hospital en el que yo nací y tienen prácticamente toda mi vida en sus registros.

— Hola mi niña, ¿cómo has estado?

Por lo que me dijeron me levanté veinte minutos después de finalizar la cesárea y estuve desmayado casi una hora, pasó demasiado tiempo.

La espera se sintió eterna, no puedo creer que ahora tengo a mi pequeña entre mis brazos luego de haberla tenido por siete meses. Al fin puedo verla y sentirla, todo el sufrimiento valió la pena, porque ahora la tengo a ella conmigo.

— Esperemos tome pecho, puede succionar pero aún no sabemos si puede tragar la leche.

Volteé a ver a la enfermera que me había dado a mi pequeña, digamos que no había escuchado mucho por concentrame en mi bebé.

¡Es que es un amor! Una belleza de niña que no quería soltar nunca.

— Disculpe, ¿trajo su extractor de leche?

— Sí, está en la pañalera.

Resulta que antes de pelear, Gonzalo y yo ya habíamos organizado la pañalera ante cualquier emergencia, más que todo porque con Adrián cometimos el error de no alistarla antes y no teníamos nada de lo que él necesitaba cuando nació.

XV • RaptorGamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora