Me Pregunto... • XII

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Estaba sentada en el sofá de la sala sin mucho que hacer, papá estaba en el otro sofá, no hablábamos solo compartíamos el mismo lugar para relajarnos

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Estaba sentada en el sofá de la sala sin mucho que hacer, papá estaba en el otro sofá, no hablábamos solo compartíamos el mismo lugar para relajarnos.

Era domingo y no estaba interesada en seguir viendo cosas para mi fiesta, a decir verdad, estoy algo preocupada por la bebé y con eso en la cabeza no tengo lugar para pensar en otras cosas.

Está en juego la salud de mi padre y hermana. Puede que ante casi toda la familia siga pareciendo indiferente, pero sí me preocupan.

¿Estás ocupado?

Preguntó papá al ver a mi papi bajando por las escaleras.

— No, ¿por qué?

No pude evitar alejar mi vista de mi teléfono cuando papá hizo una seña indicando a su vientre, al parecer estaba quieta de nuevo y probablemente con la cabeza baja.

Papi entendió perfectamente, fue hacia él, se arrodilló a la altura de su vientre para hablarle a la bebé.

— Oye, niña bonita, ¿qué haces tan quieta? Yo no quiero que estés quieta, quiero que te muevas.

Tan pronto como dijo eso pude notar un movimiento, la bebé había pateado.

— Está diciendo: "hola, papá".

Papi volvió a hablarle, con solo unas cuantas palabras la bebé ya estaba comenzando a moverse por todos lados pateando sin parar y todo eso sin necesidad de que papá comiera azúcar o le diera algunos golpecitos.

Era como si ella entendiese todo a la perfección o simplemente le emocionase escuchar la voz de papi.

No entiendo muy bien cómo reconoce las voces, pues sé que lo hace porque se comporta diferente con cada persona. Normalmente cuando papá es quien le habla se mueve de manera suave, lenta y dirigiéndose hacia donde él acaricia como si él la relajara, pero cuando se trata de papi sus movimientos son rápidos, fuertes y seguidos, pateando hacia donde está más cerca como si estuviese emocionada.

Adrián no es de hablarle de manera cariñosa, lo hace con un tono normal y ella lo ignora, solo se mueve cuando él acaricia la panza, aunque no suele cambiar de posición, solo patea.

Me pregunto cómo será conmigo, nunca le he hablado ni acariciado y me da curiosidad que hará cuando lo haga. Las ganas de ir y hablarle no se van, pero la vergüenza y orgullo son más grandes que yo, no puedo solamente ir y hacer lo que pienso, soy mi propio impedimento.

XV • RaptorGamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora