CAPÍTULO 24

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—¿Interrumpo?— indaga recostándose en el Marco de la puerta, el solo verlo hace que el cuerpo me tiemble de la impotencia de no poder irme contra el

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—¿Interrumpo?— indaga recostándose en el Marco de la puerta, el solo verlo hace que el cuerpo me tiemble de la impotencia de no poder irme contra el.

Sus ojos se posan en los míos un instante muy breve que en el que puedo detallar todo, menos al Marcus que pasó la noche conmigo, la postura desafiante, la mandíbula tensa que encaja perfectamente con sus rasgos varoniles marcados.

Daniel se gira de golpe hasta el y se endereza acomodándose el traje con las dos manos.

—¿Tú qué crees?—le responde a la vez que me toma de la mano.

La actitud de ambos es imponente, los he visto juntos tantas veces que me pega un choque tremendo darme cuenta de que nunca se han llevado bien. Es como si internamente ambos pelearan una guerra.

—No es por gusto, créeme. — vuelve a hablar Marcus tomando una actitud burlona e indiferente—Tú padre te está buscando.

Me acomodo el cabello hacia atrás cuando siento que la cara me hierve, de repente me parece que hace demasiado calor en el sitio. Trato de desviar la mirada hasta otro lado pero la presencia de Marcus me lo hace imposible.

Estoy tan enojada, tanto que no paro de imaginar cómo herirlo, como devolverle lo que me está haciendo sentir, y se que eso está mal, todo dentro de mi lo sabe pero él me hace abandonar mis principios, mis escrúpulos.

—Vamos. — Daniel me aprieta la mano y siento la necesidad de soltarme provocando que la boca de Marcus se curveé en una media sonrisa.

—No se detengan por mi. — agrega dando la espalda para marcharse y dejó escapar el aire despacio mientras Daniel se apoya en la mesa que sostiene el lava manos.

No lo soporto.

—No me gusta ser partícipe de estos escenarios.— se queja refiriéndose a que estaba intentado persuadirlo para tener sexo.

—Entiendo.
No logro articular mas palabras, no tengo cabeza para la humillación por la que pasé con el, ni para detenerme a pensar en las razones por las que no quiere follarme.

Posiblemente es porque él no es así, de hecho con solo verlo puedes notar que destila elegancia, buenas intenciones.

Se gira acomodándose el traje haciéndome desviar mi atención hasta el.

—No me mal entiendas— me toma la mano cuando nota que me puse distante. No me quito, aunque quiero hacerlo no lo hago, no es su culpa que mis impulsos lo pusieran en una situación inescrupulosa y por un instante me arrepiento de todo lo que acabo de hacer.

—Si quiero hacerlo contigo, pero no así, no somos animales. —Vamos. — me pide con mucha más dulzura de la que creería necesaria y yo trato de disimular la amargura que trae las consecuencias de mis acciones.

CORAZÓN EN EXTASISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora