CAPITULO 17

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(...)


—¡Por Dios! ¡Marcus! ¡revísate! — no es posible que te descuide dos horas y siempre estes en un evento sexual distinto.

Entro al baño sin siquiera esperar que salga.

Y así se atreve a llamarme pervertida a mí. Pienso

—Entonces tú invades mi privacidad y yo soy el malo. — se recuesta en el marco de la puerta a observarme buscar por todos lados.

Desde el espejo me fijo en los abdominales marcados y el cabello alborotado.

¿Como se puede ser tan guapo? Y es que no solo es el físico es el porte que se carga, elegante y a la vez rudo, como salido de una película de mafiosas guapos.

Dejo escapar aire.

Y sigo rebuscando dentro de las gavetas del baño, en el suelo y en cada lugar remoto que se me ocurre, pero es inútil, porque no encuentro nada.

—¿Que buscas entre mis cosas? — lo escucho hablarme con un tono irónico.

—Mi cargador, Marcus, no estoy aquí porque disfruto especialmente de tu compañía.

Lo oigo soltar una risita, pero se aclara la garganta para disimularla.

—¿Lo has visto? — le pregunto observándolo a través del espejo

Y se hace el loco, ni siquiera me responde.

—¡Marcus! ¡que si lo has visto! — exclamó fastidiada por la forma tan descarada en la que me ignora.

Frunce el entrecejo.

—No he visto nada Alenha, no sabes donde dejas tus cosas y luego vienes acusarme de haberte robado.

—Yo no te acuse de nada. — y su comentario me hace ruido haciendo que mis alertas de desconfiada se activen.

De Marcus no me fio ni de un padre nuestro.

—¿Dónde está tu móvil? — le pregunto girándome para asecharlo con una mirada acusadora.

Me mira confundido, tratando de hacerse el indiferente e intenta protestar, pero antes de que lo haga salgo del baño pasando a centímetros de su cuerpo.

Su loción me invade enseguida, todos los pensamientos que me han perturbado los últimos días vuelven a mí, amenazando con hacerme perder la poca dignidad que me queda.

No puedes olvidar lo qué pasó en la tarde. Me digo a mí misma.

Aparto los pensamientos y camino por la habitación tratando de buscar conectores donde pueda tener su celular cargando.

No me sorprendería que se lo quiera robar.

Me sigue por el cuarto

—No vas a encontrar na... — se calla cuando mis ojos se posan en su celular cargando al lado de la Fuente de energía donde se conecta la tele.

CORAZÓN EN EXTASISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora