Para las ocho de la noche, Mojito y Juliette no se presentaron a la cena. Daishinkan se vió preocupado, por la ausencia de los dos y más cuando Korn agregó algo.
—Juliette fué a los establos antes de que comenzara a nevar, Mojito fué tras ella cuando vió que comenzó la tormenta y ella no regresaba —le dijo a su padre.
—Seguramente quedaron atrapados en la tormenta —se puso de pie—. Creo que la tormenta ha cesado lo suficiente como para poder ir por ellos —agregó determinado en ir por su mujer e hijo.
—Señor Daishinkan —su criada lo interrumpió—, el señor Mojito y la señora de la casa llegaron hace un rato.
Daishinkan se sintió más aliviado ante la noticia.
—¿Por qué no vinieron a cenar? —preguntó Daishinkan.
—No sabría responderle, señor —finalizó la criada.
—Si no desean cenar es asunto de ellos —le dijo Korn a su padre—. Solo me gustaría añadir que debería estar más pendiente de Juliette.
—¿Te parece? —cuestionó Daishinkan sorprendido ante la extraña naturaleza del comentario de su hijo.
—La he visto deambular sola por la casa, parece aburrida. Tal vez le haga falta de su atención —le sugirió.
Daishinkan no respondió nada ante los comentarios de su hijo; lo que no sabía es que detrás de eso había una insinuación sutilmente disfrazada de sugerencia.
Cuando la cena acabó, Daishinkan se dirigió a su habitación, encontrándose con Juliette en un camisón de manga larga peinando su larga cabellera mirando por la ventana.
—No bajaste a cenar —le dijo Daishinkan.
Juliette se sobresaltó al escuchar su voz; no se había dado cuenta de su presencia.
—Discúlpame, no me siento bien —le respondió Juliette.
—¿Por qué te fuiste a los establos con este clima? —le reprochó—. No fué muy sensato de tu parte.
—Perdóname, quería estar sola —le dijo—. No me dí cuenta cuando empezó a nevar y hubiera salido en peores condiciones de no ser por Mojito que fué a buscarme. Nos quedamos atrapados en el establo hasta que paró la tormenta lo suficiente como para regresar.
—Comprendo —le dijo Daishinkan mientras se quitaba el saco.
Juliette se mostraba algo triste, casi podía notarse su preocupación. Ciertamente una frase que Mojito le dijo antes de regresar quedó resonando en su mente "Él podría darse cuenta". ¿Qué haría si Daishinkan se daba cuenta?, ¿Cómo reaccionaría? Y sus preocupaciones quedaron pequeñas cuando vió a Daishinkan quitarse su saco y sacar un revolver de su cinto.
—¿Por qué llevas eso? —preguntó Juliette en automático.
Daishinkan sonrió y lo guardó en la última gaveta de la mesa de noche junto a la cama.
—Una vez cuando era joven fuí asaltado y golpeado cuando estuve de viaje —le contó—. Desde entonces tengo la costumbre de llevarla conmigo cuando voy a ciertos lugares, no siempre. Hoy fuí a ver a un conocido a un pueblo no muy lejano. Te pido que no la toques, por favor. No me agradaría la idea de que te hicieras daño por tocar algo de lo que no tienes conocimiento de como manipular.
Juliette asintió lentamente.
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿En qué pensó cuando vió que Daishinkan tenía un arma?, ¿Qué la mataría si se enteraba de lo que hizo? En su inocencia y su ignorancia respecto al carácter de su esposo, así lo pensó.
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Alevosía
FanfictionCuando todo parece perdido la traición puede parecer una salida, un escape de la realidad. Historia corta.