Juliette solo pudo ver cómo la nieve se teñía de color carmesí.
No podía creer lo que acababa de hacer. Ni siquiera reaccionaba por el shock de haber disparado a una persona.
—¡¿Estás loca acaso?! —Korn corrió a ella y la sacudió de los hombros para que lo mirara—. Pudiste haber herido a tu hija.
Juliette soltó el arma y se apartó de Korn para correr al auto. Esperaba que su bebé estuviera bien.
—¡Apártate! —le gritó Korn a Mojito para que Juliette pudiera tomar a Syrah.
Mojito había recibido el roce de la bala justo en el hombro izquierdo. La sangre brotaba exageradamente por esa herida que no era tan grave de lo que parecía.
Syrah lloraba a gritos. Estaba aterrada. Cuando Juliette la tomó, salió corriendo hacia el umbral de la puerta.
—¡Eres un maldito desgraciado! —le gritó Korn a Mojito dándole un golpe al acercarse.
—¿Tú no fuiste el que propuso que me fuera con ella? —le dijo Mojito cuando Korn lo tomó por la camisa y lo acorraló con fuerza contra el auto.
El sonido del disparo llamó la atención de Daishinkan que salió velozmente hacia afuera, dónde podía escuchar el llanto de su bebé recién nacida. Se temía lo peor.
Al salir, encontró a Juliette en la puerta, más allá, sus hijos intercambiando golpes como si fueran enemigos a muerte.
Vió como Korn logró derribar a Mojito de un golpe y remató dándole una patada al estómago.
—¡Es suficiente, Korn! —le gritó su padre.
Korn se detuvo, solo miraba a su maltrecho hermano tirado en el piso.
Más palabras sobraban entre ellos. Solo Korn sabía lo que había hecho Mojito.
—¡Exijo que se expliquen inmediatamente!, ¡¿Qué es este escándalo?! —continuó Daishinkan.
Korn se dió la vuelta y caminó rápidamente hasta su padre mientras sacaba una hoja de papel de su saco y la estrelló contra el pecho de Daishinkan.
—Sube de inmediato, Juliette —le exigió Korn.
—¡Padre!, ¡¿Qué sucede?! —Marcarita venía bajando las escaleras—. ¡Oí un disparo!
—No es un asunto que te corresponda, sube tu también —le exigió a su hermana.
—¡Pero, Mojito está...! —iba a acercarse al ver como su hermano mayor se levantaba con sus pocas fuerzas.
—¡Sube de inmediato, Marcarita! —le gritó Korn.
Marcarita solo vió a Juliette pasar por su costado. Lloraba, pero no tuvo oportunidad de saber que le sucedía, porque fué rápido a encerrarse en su habitación junto con su bebé.
Daishinkan leyó las primeras líneas de aquella carta que iba dirigida a él.
Era de un abogado. En ésta carta, Mojito manifestaba por medio del abogado su renuncia a su parte de la herencia, propiedades dadas por Daishinkan, su puesto en la empresa familiar y todo proviniente de él.
Daishinkan no comprendía los motivos de cuya decisión.
—¿A qué se debe ésto? —cuestionó con los ojos clavados en la carta incrédulo ante lo que decían esas palabras.
—Yo se lo diré, padre. Se lo diré todo —le dijo Korn.
Daishinkan no sabía que hacer. Korn tenía el labio partido y un hilo de sangre resbalaba por su frente; en cambio, Mojito estaba maltrecho, con la misma cantidad de golpes pero propinados con el doble de fuerza, además de una herida en el brazo que manchó la nieve de sangre.
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Alevosía
FanfictionCuando todo parece perdido la traición puede parecer una salida, un escape de la realidad. Historia corta.