Capítulo-19: A Tiempo.

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Si bien no dijo nada en ese momento, Juliette tuvo que acudir a sus criadas con urgencia cuando se dió cuenta que Daishinkan no estaba en la casa.

—¿Dónde está? —les preguntó al ir a la cocina.

—Tuvo que viajar —le dijo Mariette—. Nos dijo que le avisaramos a usted que volvería para la tarde. Fué de imprevisto y de urgencia.

—Siempre que se va sucede algo... —dijo Juliette expresando en ese momento una mueca de dolor.

Mariette se quedó mirando a Juliette cuando se apoyó del mesón de la cocina y se dobló expresando dolor; a eso le siguió ver como abundante agua escurrió de entre sus piernas dejando un charco bajo sus pies.

—¿Señora Juliette, se encuentra bien? —le cuestionó bastante alarmada.

Juliette no respondió. Jamás había experimentado un dolor así en su vida.

Mariette bastante preocupada llamó a la ama de llaves que al verla no tuvo que adivinar que sucedía.

—Rompió fuente, va a dar a luz —dijo la mujer de avanzada edad—. Avísale a los señores. Que llamen a la partera y al médico —le dijo a Mariette.

La joven criada salió de prisa de la cocina a avisar a los hermanos, mientras que la ama de llaves ayudó a Juliette a volver a su habitación.

Si bien el dolor había pasado, sabía que volvería en cualquier momento.

Sentía miedo, más sabiendo que estaba sola. Justo cuando más necesitaba a Daishinkan, él se fué. Sabía que su presencia no haría que doliera menos, pero aliviaba sus temores.

—Solo respire cuando duela y hará de ésto más llevadero. También tuve hijos, la entiendo —le decía la ama de llaves cuando estaba por llegar a la habitación.

En el pasillo encontró a Korn, dándole las llaves de su vehículo a Merus para que fuera por asistencia para Juliette. Iría el mismo, pero eso implicaba dejar a Juliette con Mojito y no lo quería involucrado en el asunto ni cerca del bebé de esa mujer. Sus razones las daría después.

—¿Estás bien, Juliette? —le preguntó temerosamente Merus al detenerse cuando la vió.

—Espero estar bien después —respondió Juliette.

Inmediatamente después una contracción la hizo llevar su mano contra su vientre, mientras su rostro expresaba dolor en su rostro.

—Vamos, respire —dijo la ama de llaves tomando a Juliette del brazo.

Merus al verla salió corriendo para buscar asistencia médica. Nunca en su vida había visto o experimentado un nacimiento, por lo que estaba algo alarmado. Muy diferente a sus otros hermanos que se veían más tranquilo, seguramente por haber visto nacer a tantos bebés en esa casa.

Dió gracias a qué Whis y Korn se habían tomado su tiempo de enseñarlo a manejar.

Korn, por su parte, optó por llamar por teléfono al lugar donde estaría su padre para tratar de darle la noticia y regresara lo antes posible.

El hombre, dueño del teléfono al otro lado, notificó no solo a Daishinkan, sino a los presentes.

—¡Daishinkan, querido amigo!, ¡Felicidades!, tu mujer está dando a luz —pudo escuchar Korn del otro lado, seguido por varias felicitaciones de otros hombres presentes.

No pasaron ni cinco segundos cuando Daishinkan tomó la llamada para corroborar esa noticia.

—Así es, padre. Juliette va a dar a luz en cualquier momento —le dijo Korn.

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