UNO

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Gun Atthaphan.

A veces me sentía como si estuviera viviendo a la sombra de mi hermano. Lucíamos algo parecidos, excepto por mi complexión más escuálida contra la suya de atleta, así que fue él quien recibió toda la atención ya sea de chicas que querían estar con él o chicos que querían ser él. Siendo el mariscal de campo estelar, era el orgullo y la alegría de nuestra ciudad.

¿Y yo?, bueno, yo no era la estrella de nada, excepto tal vez en la panadería en la que trabajaba. Había muy pocos empleados allí y por eso todos estábamos considerablemente cerca el uno del otro. La panadería era un lugar donde sentía que pertenecía. Era sólo un bono que me pagaran para estar allí.

Después de la escuela, me senté en el asiento del pasajero del auto que compartíamos Black y yo, esperando a que llegara y me llevara a trabajar. Dejé salir un fuerte suspiro mientras miraba a través del estacionamiento, esperando encontrar a Black entre la multitud. Eventualmente, lo vi corriendo, empujándose a través de la gente que se interponía en su camino. Se tiró al asiento del conductor y cerró la puerta cuando llegó al auto. Black no desperdició tiempo para encenderlo y salir del estacionamiento.

—¿Puedes intentar hacer que no nos maten?— Pregunté con preocupación, agarrándose al mango por encima de mi cabeza.

—Sólo tengo quince minutos para volver a la práctica— explicó apresuradamente, rodando a través de una señal de alto.

Rodeé los ojos y sacudí la cabeza, molesto. Black apenas paró el auto en el estacionamiento de la panadería antes de salir corriendo, tirando mi mochila sobre mi hombro. Las llantas chillaban en el pavimento mientras salía rápidamente hacia la escuela.

Abrí la puerta de la panadería y caminé apresuradamente hacia la habitación trasera para buscar mi delantal.

—Hola, Gun— Godji, la dueña, saludó con una amplia sonrisa mientras caminaba hacia el frente.

—Buenas tardes, Godji— Sonreí dulcemente.

—Antes de que me olvide, quería hacerles saber que tenemos un nuevo empleado a partir de mañana y probablemente lo tendré entrenando contigo— me dijo mientras sacaba una sartén de muffins horno.

—¿En serio?— Pregunté, sintiéndome sorprendido.

Nunca había entrenado a nadie antes, no es que normalmente tuviéramos gente nueva trabajando aquí. No era quien había estado más tiempo, ni era el más experimentado.

—Ustedes tienes aproximadamente la misma edad, así que probablemente tendrán la mayoría de sus turnos juntos— explicó, colocando los muffins en el congelador para dejarlos enfriarse.

Era imposible evitar gemir ante eso, esperaba que no fuera nadie de mi propia escuela.

—¿Tienes algo para que haga?— Decidí preguntar en lugar de comentar lo que me había dicho. Se quedó callada por un momento como si estuviera tratando de pensar. Entonces, Godji me miró y se frotó los dedos.

—Necesito que saques los muffins del congelador en dos minutos y luego tengo un pastel para que lo decores— me hizo saber, caminando hacia el mostrador delantero. Godji sacó un papel de la carpeta donde guardaba las órdenes y me lo trajo de vuelta. Leí la nota para ver cómo necesitaba la decoración del pastel y luego lo pegué en el mostrador en el que me apoyaba —Me voy— comentó Godji. —Namtan debería estar aquí pronto.

Como si estuviera en el punto, sonó la campanada en la puerta principal y Namtan entró en la cocina un momento después, lucía apresurada. Namtan siempre actuaba como si llegara tarde, incluso cuando no lo estaba.

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