CUATRO

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Todo mi cuerpo se sentía como si estuviera en llamas mientras me tiraba sobre la hierba blanda del campo de fútbol. Sentía que apenas y podía respirar a pesar de que mis respiraciones eran profundas. Mike se paró junto a mí con las manos en las caderas moviendo la cabeza.

—Tienes que ser capaz de hacer esta milla— dijo severamente, mirando el reloj de su teléfono. —No puedes tomarte un descanso en tu segunda vuelta.

—Puedo hacer lo que quiera— respondí sintiendo sed, aún sin aliento.

—Demonios sí que puedes— dijo Ssing mientras se acercaba a nosotros.

Ssing tampoco podía correr la milla rápidamente, pero aún así podía hacerlo más rápido de lo que yo podría.

—Tu también tienes que arreglar tu tiempo de milla— le dijo Mike a Ssing con una mirada seria.

—Está bien, puedo mejorarlo unos segundos y listo— Ssing le indicó.

Cerré los ojos y volví a poner la cabeza en la hierba. Correr podría clasificarse como una de mis cosas menos favoritas por hacer. Podría pensar en otro millón de cosas que preferiría hacer. No había forma de que Mike me llevara a correr otro kilómetro hoy. Además, teníamos que salir pronto del campo para ir al partido de fútbol.

—Levántate, Gun— me sacó Mike de mis pensamientos.

Abrí un ojo y gemí mientras veía a Mike y Ssing de pie junto a mí. Levanté los brazos, señalándoles que me agarraran las manos y me levantaran. Mike y Ssing me pusieron de pie antes de que Ssing me entregara una botella de agua.

—Tenemos que salir de aquí, los jugadores de fútbol estarán aquí pronto— dijo Mike mientras terminaba mi agua.

—¿Vamos a tu casa, Gun?— Ssing preguntó con una sonrisa.

Rodé los ojos, pero asentí de todos modos. Tomamos el auto de Ssing del campo a mi casa. Cuando estábamos en mi casa, había terminado de sentir que me estaba muriendo.

—Hola chicos— dijo mi madre alegremente mientras los tres entramos en la casa.

—Hola señora Phunsawat— dijo Ssing educadamente, dándole un rápido abrazo.

Una vez que estábamos a salvo en mi habitación, golpeé a Ssing fuertemente en la cabeza, haciendo que gritara de dolor y Mike empezara a reír histéricamente.

—Detén tu obsesión con mi mamá— le dije a Ssing severamente.

No recordaba cuando empezó, pero Ssing había estado enamorado de mi mamá por un tiempo. No sólo era extraño, si no que, era completamente asqueroso y no estaba de acuerdo con eso.

—Es una señora muy guapa— contestó con encogiéndose de hombros y lanzándose sobre mi cama.

—Ella está casada con mi padre— le recordé.

—Un muy pequeño detalle— contestó Ssing.

No era un detalle menor, como lo llamaba Ssing, pero había terminado de discutir su extraña atracción hacia mi madre.

—Eres perturbador— le dijo Mike con una mirada asqueada, sentado a su lado en mi cama. Ssing se encogió de hombros con una sonrisa engreída en la cara.

Me senté en la silla de mi escritorio y saqué el teléfono de mi bolsillo, notando que tenía un mensaje de Janhae. Estaba saliendo con algunos de sus amigos de su club de lectura antes del partido y dejó claro que no quería correr por el campo con nosotros.

"Habrá una fiesta en la casa de Krist después del partido, ¿vienen?"

Las fiestas no eran necesariamente un hecho común en nuestra ciudad. No era como si hubiera una todos los viernes por la noche después de un partido, así que cuando alguien estaba organizando una fiesta, la mayoría de la escuela e incluso gente de las ciudades aledañas aparecían. No había duda de que allí habría algunos Caballeros, pero la rivalidad se detenía en el nombre de tener un buen tiempo de borrachera.

KNIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora